Personas de luz

P. Fernando Pascual

17-1-2024

 

Es muy larga la lista de personas que provocan daño. Ladrones, mentirosos, violentos, perezosos, egoístas, avaros...

 

Gracias a Dios, existen personas de luz. Son padres y madres que llevan adelante a la familia, que saben perdonar y pedir perdón.

 

Son trabajadores que arriman el hombro, que se comprometen cuando hay una emergencia, o que siguen ahí en los días rutinarios, al pie del cañón.

 

Son médicos y enfermeros que atienden un día sí y otro también a sus enfermos, a veces con el riesgo de contagiarse.

 

Son periodistas honestos que no publican nada dudoso, sino que investigan a fondo antes de divulgar una “noticia”, sobre todo si está en juego la buena fama de una persona o de un pueblo.

 

Son policías que ayudan en el tráfico, que protegen una tienda, que ponen un límite a la violencia o al robo.

 

Son sacerdotes que están disponibles para escuchar, para ofrecer un consejo, para administrar los sacramentos de la eucaristía o de la penitencia, que promueven la vida parroquial.

 

Son campesinos que van a labrar con sol o con lluvia, para que luego podamos disfrutar de un buen plato de arroz o de unas deliciosas ciruelas.

 

Son transportistas que arruinan sus espaldas y que se arriesgan en carreteras para que en otros lugares lleguen comida, muebles y electrodomésticos.

 

Son ingenieros y técnicos que ponen su competencia a nuestro servicio, para que las casas sigan en pie, para que las carreteras tengan buenas curvas, y para que las computadoras hagan su trabajo con eficiencia.

 

Sí: hay muchas personas de luz, que mantienen en pie sociedades complejas, que escuchan a un anciano cuando repite la misma historia, que dan consejos sencillos a un niño sobre cómo atarse los zapatos fácilmente.

 

Esas personas alivian el daño que hacen quienes han pactado con el mal, reparan grietas provocadas por descuidos culpables, atienden a enfermos que otros abandonan.

 

El mundo tiene un sinfín de problemas, pero cuando encontramos una persona de luz, pensamos en que todavía hay esperanza. El amor de Dios brilla en cada hombre y en cada mujer que nos escuchan, nos sonríen, y nos dan una mano en tantos momentos, sencillos o importantes, de la vida...