Pensar desde alternativas
P. Fernando Pascual
5-1-2024
Puedo pensar desde
afirmaciones que veo como “seguras” y que no dejan espacio a alternativas. O
puedo pensar con una mente abierta a diversas opciones.
Por ejemplo, al escuchar la
noticia de la muerte repentina, en la calle, de una persona joven, puedo pensar
que habrá sido un infarto. O puedo pensar en otras posibles causas de muerte:
un ictus, una medicina mal tomada, un resbalón desafortunado...
Desde luego, hay alternativas
que se desvelan rápidamente como falsas: en el caso de la muerte del joven, no
tiene sentido pensar en un posible atropello cuando las cámaras de seguridad
recogen claramente cómo se caía mientras caminaba por una calle solitaria.
Pero otras alternativas
mantienen su “atractivo” porque nos estimulan a reflexionar sobre el asunto y a
buscar con más atención cuáles puedan ser las causas y los factores de esa
muerte.
Lo que vale para un ejemplo
bastante sencillo se aplica a temas más complejos, como la sequía reciente, o
la crisis de algunos bancos, o el cierre de una empresa, o los resultados de
unas elecciones.
Ante ciertos temas resulta
necesario mantener la mente abierta a diversas alternativas, y no contentarnos
con la primera explicación que nos ofrezcan los medios informativos o que surja
de modo espontáneo en nuestra mente.
Poco a poco, algunas
alternativas se harán inverosímiles y nos obligarán a prestar la atención sobre
aquellas que tienen a su favor más elementos de credibilidad.
Sobre ellas habrá que seguir
en estudio, con un deseo sencillo de acercarnos un poco hacia la verdad, o al
menos de alejarnos de interpretaciones distorsionadas e insuficientes.
Quizá algún día sea posible
llegar a la certeza casi completa de que una de las alternativas se impone
sobre las demás. Si eso ocurre, tendremos la satisfacción de no haber
pronunciado juicios prematuros sobre un tema cuando todavía no estaba claro, y
veremos las ventajas de pensar desde alternativas en el esfuerzo continuo por
conocer un poco mejor el mundo en el que vivimos.