Ser perdonados y perdonar
P. Fernando Pascual
19-11-2023
Dios manifiesta su Amor hacia
los hombres con el maravilloso regalo de la misericordia.
Desde ese Amor que perdona,
los pecadores nos sentimos acogidos y recibimos fuerza para el arrepentimiento
que nos acerca al sacramento de la penitencia.
La experiencia de ser
perdonados nos lleva al paso del perdón: podemos dar gratis lo que gratis hemos
recibido.
Igualmente, ser perdonados nos
invita a no condenar, a no juzgar, a tener un corazón realmente comprensivo
ante los defectos de los demás.
Entonces resulta posible
perdonar. Y perdonar nos introducido todavía más en la ternura y amor de Dios.
Un texto de un autor anónimo
lo explica de un modo breve y sencillo:
“Quien, al pensar en cuántas
veces tuvo necesidad del perdón de Dios y de los hombres se abstiene de juzgar
y mira con compasión a aquellos que sabe están en el error, tendrá la
benevolencia de Dios” (Maestro de San Bartolo, Abbi
a cuore il Signore).
Vivimos así la invitación del
Señor: “Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no
seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados” (Lc 6,36‑37).
Podemos evitar el riesgo de
condenar a los otros desde esa sencilla experiencia: Dios no me ha condenado.
Por eso yo estoy llamado a no condenar a mis hermanos.
Entonces abrimos el mundo a la
misericordia divina, y nos hacemos un poco semejantes al Padre, que llama con
lazos de amor a cada uno de sus hijos.