Cristo y Juan

P. Fernando Pascual

1-11-2023

 

Juan evangelista hizo un camino espiritual único desde que empezó a conocer a Cristo. Ese camino inició con un encuentro posible gracias a la ayuda de Juan Bautista (cf. Jn 1,35-39).

 

El encuentro fue sumamente sencillo: Juan vio a Jesús y lo señaló. Los discípulos empezaron a seguirlo. Quizá hubo algo de miedo: ¿qué haría Jesús?

 

Jesús los mira y les pregunta. Su mirada debe ser profunda. Descubre el fervor de aquellos jóvenes, Juan y Andrés. Ve que son generosos, que son sinceros. Los ama, como amará al joven rico, como amará a Pedro, como ama a cada uno de los escogidos.

 

Hay un diálogo breve. Jesús les pregunta sobre su deseo. También a mí me pregunta muchas veces qué busco, qué quiero, qué anhelo. Me lo pregunta con dulzura: ¿por qué estoy aquí? ¿Qué interés tengo en él?

 

Llega la invitación, sencilla: venid y ved. Se trata de hacer la experiencia. De conocerle, de estar un rato con Él, de ver cómo vive, qué hace, qué dice, qué enseña.

 

Juan empieza a ser discípulo, pero tendrá que hacer un largo camino para aprender a pensar como Cristo. No lo hace de golpe, sino poco a poco.

 

En una ocasión, se hace evidente cómo Juan piensa todavía en clave de castigos, de impaciencia (cf. Lc 9,51-56). Vive muy lejos del Evangelio, no ha comprendido la paciencia de Dios.

 

Cristo le corrige, le quiere ayudar, porque lo ama. Sus palabras, sus reproches, caen en tierra preparada cuando encuentra amor y disponibilidad...

 

En otra ocasión, Juan muestra sus ambiciones: sentarse con su hermano a la derecha y a la izquierda de Cristo (cf. Mc 10,31-45).

 

Jesús corrige nuevamente, con mucha paciencia, con mucho amor. Lo único que debe desear el servidor de Cristo es que el Maestro sea conocido, sea amado, sea servido.

 

Como Juan, también yo puedo mirar a Cristo y llegar a amarlo sinceramente. Por amor a Él podré quemar todo egoísmo, toda ambición, toda pereza. Me basta con el recuerdo de su amistad para volver a empezar.

 

Hazme, Señor, un obrero trabajador, disponible, sencillo, abierto a tu Amor, como tu apóstol Juan. Ayúdame a ser humilde, a dejarme llevar donde Tú quieras para que así colabore contigo en la siembra de amor y esperanza entre los hombres...