Mantenernos firmes en la fe
P. Fernando Pascual
20-10-2023
La fe es un don maravilloso de
Dios que merece ser acogido, alimentado, defendido.
Existen, por desgracia,
continuas amenazas contra la fe. Unas llegan desde el propio corazón, por dudas
o situaciones que hacen difícil creer.
Otras amenazas llegan desde
ideas erróneas que el mundo difunde: ideas filosóficas, teológicas,
psicológicas, sociológicas, etc.
Resulta difícil mantenernos
firmes en la fe. Pero no es imposible, si buscamos continuamente cómo conocerla
mejor y cómo vivirla en serio.
San Pablo recomendaba a los
primeros cristianos la vigilancia y la fortaleza: “Velad, manteneos firmes en
la fe, sed hombres, sed fuertes” (1Co 16,13).
Si vigilamos, podremos
descubrir cuándo un libro, una serie televisiva, unas conversaciones, ponen en
peligro esa fe.
Pero no basta una actitud
defensiva. Necesitamos alimentar nuestra fe con buenas lecturas, con una vida
sacramental auténtica, con la ayuda de amigos creyentes.
Entre esas lecturas, la Palabra
de Dios, explicada por el Magisterio y recogida en la doctrina católica, tiene
un papel fundamental.
Ayuda, también, repasar y
estudiar con frecuencia ese gran regalo que nos ofreció el Papa Juan Pablo II:
el Catecismo de la Iglesia Católica.
Entonces la fe será fuerte,
luminosa, convencida. No solo podremos resistir ante los embates del enemigo,
sino que nos convertiremos en apóstoles y testigos de esa fe para los demás.
La venida de Cristo al mundo
ha cambiado y cambia los corazones de quienes lo aceptan con la fe, lo siguen
con el amor, lo recuerdan con esperanza.
Esa venida nos ayuda, hoy como
en el pasado, a mantener esa llama de la fe, hasta que se convierta en una
lámpara que ilumina a los de la casa y al mundo entero (cf. Mt 5,13-16).