Imprevistos
P. Fernando Pascual
6-10-2023
Hay imprevistos en los trenes
y en el tráfico, en los ascensores y en las calles, en los hospitales y en la
red eléctrica, en la familia y en el mundo.
Quisiéramos controlar tantos imprevistos
que parecen amenazarnos continuamente. Pero resulta casi imposible, lo cual
provoca cierta inseguridad ante el futuro.
Ciertamente, con prudencia,
podemos reflexionar sobre qué imprevistos podríamos “prever” y cómo afrontarlos
si aparecen en nuestro camino.
Pero esa reflexión nunca podrá
cubrirlo todo, pues la vida es inabarcable a las mejores previsiones, incluso
las realizadas por modernos programas electrónicos.
Por eso, necesitamos aprender
a convivir y acoger los imprevistos conforme llegan, y adaptarnos a los mismos
con serenidad y realismo.
Algún imprevisto arruinará el
plan del día, incluso de la semana o de varios meses. Pero lo que pueda ocurrir
no impide descubrir qué horizontes siguen abiertos para nuevas decisiones.
En esos horizontes podremos
descubrir un continuo designio de Dios, que es capaz de extraer bienes de los
males, que dirige misteriosamente la historia, también a través de imprevistos
que nos sorprenden y nos obligan a un cambio completo de planes.
Al final, en una lectura
serena del camino de la propia vida y de la vida de tantos otros seres humanos,
descubriremos cómo algunos imprevistos nos permitieron reconocer que vivíamos
con comodidad egoísta, y nos lanzaron a una mayor confianza en Dios.
Este día quizá no surjan
imprevistos ni sobresaltos. O quizá inicie con la sorpresa de un familiar que
ha caído por las escaleras o de una huelga salvaje que ha paralizado el metro.
Hay que reajustar la jornada.
No estamos ante el fin del mundo, sino ante un cambio de planes, que podré
vivir mejor si confío en Dios y me abro a sus sorpresas con un único deseo:
amarle más a Él y amar más a mis hermanos.