Arrogantes y acogedores
P. Fernando Pascual
29-9-2023
Hay quienes, cuando hablan
sobre ciertos temas, toman actitudes arrogantes, de superioridad, como si
fueran los únicos que tienen la razón y los demás estuvieran obligados a escucharles y “someterse” a sus afirmaciones.
Otras personas, en cambio,
dialogan desde actitudes de sencillez y de acogida. Ofrecen sus ideas, que
pueden ser válidas y basadas en un excelente conocimiento de los temas
abordados, con claridad, sin prepotencia, como quienes comparten de un modo
agradable y abierto a la escucha del otro.
En ocasiones, una misma
persona adopta posturas arrogantes en unos temas, y posturas de acogida y
escucha en otros. Eso depende del tema, del momento en el que esa persona está
viviendo, del interlocutor que tiene delante, y de otros factores.
Normalmente experimentamos
incomodidad, incluso malestar, cuando nos encontramos con personas arrogantes,
impositivas, que “aplastan” lo poco que intentemos decir porque, según ellos,
no sabemos, estamos equivocados, o simplemente no tenemos inteligencia para
aportar algo sensato.
En cambio, solemos
experimentar mayor agrado si dialogamos con personas acogedoras, que compartir
lo mucho (a veces, realmente muchísimo) que saben con amabilidad, sin presumir,
desde una actitud empática que incluso nos anima a ofrecer nuestras
apreciaciones, por más humildes que parezcan.
Desde lo que experimentamos
ante los arrogantes y ante los acogedores, podemos hacer un pequeño examen
personal: ¿cómo hablo con los otros? ¿Qué experimenta quien comparte conmigo
sus ideas, sus dudas, sus opiniones? ¿Cómo respondo cuando creo que el otro se
equivoca: lo humillo, busco comprender los motivos de su error, le ayudo desde
el respeto?
En ese examen podremos mejorar
un poco, tal vez mucho, nuestro modo de dirigirnos a otros, de manera que puedan
sentirse realmente escuchados, acogidos, como quienes pueden aportar muchas
veces ideas que sirven para llevar adelante un buen diálogo.
En un mundo donde no faltan
tensiones, donde todavía hay quienes incurren en el “acoso” del desprecio y de
la arrogancia, cultivar en nosotros actitudes de apertura mental y de acogida
hacia el otro, y modos sencillos de comunicar lo que pensamos, será una ayuda
no pequeña para promover diálogos que sean, realmente, provechosos y bien
llevados.