Propuestas acogidas y
propuestas rechazadas
P. Fernando Pascual
10-9-2023
Surgen propuestas en la
familia, en el trabajo, entre amigos, en la parroquia, en la asociación de
vecinos.
Uno propone cerrar las
ventanas temprano para evitar el calor del verano. Otro propone un buen método
para ahorrar en la compra de billetes de tren. Otro lanza la idea de incluir en
los desayunos fruta fresca.
Las propuestas suelen ser
analizadas en sus puntos fuertes o débiles, en su mayor o menor interés para el
grupo, en sus costos y sus beneficios, en su facilidad o sus dificultades.
Luego se toman decisiones.
Unas propuestas resultan acogidas, otras quedan rechazadas o, al menos, “aparcadas”
para un futuro no muy preciso.
Nos gusta, en general, ver
cómo lo que proponemos es visto como interesante, es atendido, incluso es
aceptado.
Pero no siempre proponemos
buenas ideas, o los demás no comprenden a dónde lleva esa propuesta, o analizan
el asunto de manera diferente, en ocasiones incluso con presupuestos contrarios
a las nuestros.
Desde luego, necesitamos
mantener siempre una actitud abierta, de escucha, para comprender las
propuestas que hacen otros, o para abrirnos a los juicios que hacen sobre
nuestras propuestas.
De este modo, si nuestra
propuesta resulta rechazada, buscaremos entender de la mejor manera posible las
razones de la negativa, y pensaremos cómo “atinar” cuando hagamos la siguiente
propuesta.
Si es acogida, no pensaremos
que hemos triunfado, sino que fuimos capaces de ofrecer a otros un proyecto
que, según parece, tiene motivos de interés e involucra a los demás para unirse
al mismo.
Lo importante es evitar que
surjan heridas en quienes no ven sus propuestas acogidas, para que por encima
del “no” sepan que cuentan siempre con el cariño y apoyo de todos, y que hay
muchas otras maneras para seguir adelante, unidos en aquellos proyectos que sí
fueron aceptados y que, esperamos, sean de ayuda para todos.