Malos que buscan parecer
buenos
P. Fernando Pascual
21-7-2023
En ocasiones encontramos a “malos”
que se presentan como “buenos”, que no reconocen las injusticias que cometen,
incluso que acusan a los “buenos” de ser “malos”.
Eso ocurre, de un modo casi
escandaloso, en guerras de agresión. Quienes han iniciado la agresión bélica
con motivos fútiles y desde ambiciones completamente injustas, quieren
presentarse a sí mismos como justos, como buenos, mientras que buscan por todos
los medios posibles denigrar a los invadidos.
Es fácil señalar un motivo de
este tipo de comportamientos: los malos, por más malos que sean, no dejan de
intuir la importancia de no parecer como malos, de ser reconocidos como buenos
para “justificar” sus fechorías (que, según ellos, serían acciones plenamente
justas).
Sabemos, sin embargo, que la
mona vestida de seda sigue siendo mona, y que el criminal, el dictador, el
genocida, el usurero, y toda la larga lista de personas malignas, siguen siendo
malos, por más que busquen parecer lo contrario.
Pero el hecho de que la mona
busque vestirse de seda, de que los malos intenten, con mayor o menor
habilidad, presentarse como buenos, significa un reconocimiento de que la
bondad tiene siempre un valor muy superior a la maldad.
Ello no quita que el hecho de
que un criminal busque parecer bueno, en ocasiones, aumenta su culpa. Un
comportamiento así solo se explica por un alto nivel de perversión interior, al
pretender que lo malo sea presentado como bueno, al intentar esconder los
propios delitos bajo máscaras falsas de inocencia.
Frente a quienes, en su
perfidia, intentan desprestigiar a las víctimas y aparecer no como verdugos,
sino como benefactores de la humanidad, hay que levantar en alto la bandera de
la verdad y de la justicia.
No podemos permitir que el mal
avance, con ropajes de engaño y con hipocresías absurdas. Hay que denunciarlo
con fuerza, al mismo tiempo que trabajamos, con sencillez y honestidad, en la
promoción de la verdadera bondad que construye relaciones y sociedades más
fraternas y auténticamente justas.