A la hora de poner notas
P. Fernando Pascual
15-7-2023
Muchos maestros y profesores,
desde la educación básica hasta los estudios de universidad y de postgrado,
conocen lo difícil que es poner notas.
Las leyes obligan a dar una
puntuación, con números o con letras, con comentarios o simplemente con
algoritmos.
Esa puntuación busca reflejar
el trabajo de cada alumno. Lo cual, aquí empiezan las dificultades, no resulta
nada fácil.
Porque hay alumnos muy
inteligentes pero perezosos y, en ocasiones, indisciplinados. ¿Qué nota
merecen?
Otros alumnos luchan y
trabajan por asimilar la materia, pero tienen pocos resultados por motivos
diversos. ¿Qué nota darles?
No faltan dificultades para
dar la nota a un buen estudiante que está a la espera de conseguir una beca.
¿La nota ha de ser justa, objetiva, según la realidad, o se puede “subir” un
poco para ayudar a conseguir la deseada beca?
Las notas son instrumentos,
muchas veces criticados, pero difícilmente sustituibles, para tener una idea de
lo que ha logrado un alumno en un periodo de tiempo.
Los logros “medibles” pueden
ser conocimientos, destrezas, habilidades, incluso disposiciones que abren
horizontes a un buen rendimiento futuro o que señalan serias deficiencias para
las siguientes etapas.
Sin embargo, medir esos logros
está lleno de dificultades. El riesgo de no ser justo, de no haber captado lo
que el estudiante sabe, lleva en no pocas ocasiones a esas notas que no
corresponden a la realidad, por exceso (notas muy generosas) o por defecto (notas
por debajo de lo merecido).
Ante tantos problemas, miles
de profesores experimentan presiones internas, sobre todo cuando la conciencia
invita a la justicia. Como también presiones externas: de los mismos
estudiantes, de sus familias, de la sociedad, de la comunidad académica.
Ha llegado la hoja o el enlace
para poner las notas de este semestre. Un profesor tiene delante de sí la lista
de alumnos, piensa en el camino de esas semanas, y se prepara a dar su juicio
sobre cada uno de esos alumnos.
Lo hace con sentido de
responsabilidad, lo hace con alegría (hay logros que dan ánimos) y con tristeza
(hay fracasos que invitan a reflexionar). Lo hace, sobre todo, con el deseo de
que cada nota sea justa y permita al alumno y a la sociedad darse cuenta de la
importancia de un estudio bien llevado, para el provecho de cada uno y de los
diferentes niveles profesionales en los que los estudiantes de hoy podrán
desarrollar mañana sus conocimientos y habilidades.