Un modo equivocado de rezar
P. Fernando Pascual
9-7-2023
A veces estamos completamente
convencidos de que pedimos a Dios algo bueno. Por lo tanto, suponemos, de modo
más o menos explícito, que Dios nos dará lo que le pedimos.
Ese modo de pensar, sin embargo,
no respeta lo propio de la oración cristiana. En primer lugar, porque lo que
Dios decida se coloca siempre en un ámbito de libertad y en un horizonte de
providencia que para nosotros es “incontrolable”.
En segundo lugar, porque
incluso lo que nos parece bueno, para Dios no sería ni lo mejor ni lo adecuado
en ese momento, por motivos que ahora nos resulta difícil comprender.
A pesar de que nunca
deberíamos rezar para “controlar” a Dios y someterlo a nuestras peticiones,
existe el peligro de rezar equivocadamente, de buscar que Dios “sea bueno” y
así secunde nuestros deseos.
Luego, cuando notamos que Dios
no accede a nuestras peticiones, podemos reaccionar de modos equivocados: con
tristeza, con desaliento, incluso con un cierto malestar que nos lleva a
quejarnos contra Dios.
El creyente que reza y pide
desde la fe verdadera, tiene siempre en su corazón la certeza de que lo que
Dios haga puede sorprendernos, pero al final será lo mejor para nosotros y para
otros.
Por eso necesitamos aprender a
rezar con una actitud filial, pues hablamos con un Padre; y con una actitud de
humildad, pues no sabemos realmente si lo que pedimos sería lo mejor para
nosotros o para otros.
Luego, pase lo que pase, si
tenemos una fe auténtica, aceptaremos la voluntad de Dios con sencillez, con
alegría, con esperanza.
Aunque parezca que no nos ha
escuchado, aunque nuestros ruegos no hayan sido secundados, tendremos la
seguridad interior de que todo lo que ocurre está en el corazón de Dios, que
nos conduce y guía por caminos misteriosos hacia el encuentro definitivo con su
Amor.