Resultados y personas
P. Fernando Pascual
3-7-2023
Al emprender un proyecto la
mirada está puesta en conseguirlo. Los resultados miden si se alcanzó la meta o
si todavía estamos lejos de la misma.
Los resultados dependen de
muchos factores, pero sobre todo de las acciones de las personas involucradas.
Por eso, a la hora de
emprender un proyecto, surge la pregunta: ¿quiénes lo pueden llevar a cabo con
éxito?
Empezamos a buscar personas
que colaboren, que inviertan, que eliminen obstáculos, que animen a los demás.
Pero no podemos reducir a las
personas a simples “instrumentos” que permitan alcanzar buenos resultados.
Porque un resultado nunca será
auténticamente bueno si las personas que han participado en conseguirlo han
sido usadas, o tratadas de modo inadecuado, o explotadas y luego desechadas.
Ningún proyecto, por mejores
que sean las intenciones de quienes buscan alcanzarlo, será realmente bueno si
no se construye sobre el respeto, sobre el cariño, de las personas
involucradas.
En cada proyecto tienen su
lugar el diseñador, el evaluador, el ejecutor, el controlador, y todos los que
de cualquier forma colaboren en alcanzarlo.
Esto vale no solo en las
empresas, o los organismos estatales, o los hospitales, o las fábricas. También
se aplica en el hogar, cuando en la familia se pone en marcha un proyecto tan
sencillo como el de pintar las paredes o arreglar la cocina.
Las personas, como seguramente
ha sido repetido con frecuencia, son el centro de cualquier actividad humana.
No son medios, no son seres “robotizados” o tratados simplemente como mano de
obra.
Son el fin de cualquier buen
proyecto. Si se lleva a cabo de modo correcto, uno de sus resultados
consistirá, precisamente, en que todos los que participen en el mismo hayan
sido tratados de acuerdo con su dignidad, y siempre con respeto y cariño.