El fetichismo de la ciencia
P. Fernando Pascual
19-6-2023
El fetichismo de la ciencia,
según denunciaba hace años el filósofo Dietrich von
Hildebrand (1889-1977), se produce cuando intentamos reducir todos los saberes
humanos al modo de trabajar de las ciencias naturales.
Tal fetichismo surge, en buena
parte, al constatar los enormes progresos de la investigación científica. Su
método, basado en observaciones medibles, que pueden ser repetidas por
estudiosos diferentes, ha logrado y logra numerosos éxitos.
Pero no todo se puede medir
según pesos y medidas, según parámetros que se plasman en números,
estadísticas, gráficos, y otros aspectos que se consiguen gracias a
microscopios, telescopios, probetas, y los diferentes aparatos usados por la
comunidad científica.
Basta con pensar en la ética,
en el amor, en la justicia, en la misma idea de verdad, para abrirnos a un
horizonte que va más allá de lo que puede ser medido y observado empíricamente.
Por eso, conserva una
sorprendente actualidad la famosa observación de Aristóteles, que distinguía
diferentes modos de acceder al conocimiento de las realidades según los
diferentes ámbitos de observación.
Como explicaba al inicio de la
Ética nicomáquea, no se pide a quien es competente en retórica que use
razonamientos matemáticos, ni a un matemático que recurra a los métodos de los
oradores.
Una amplia corriente de la
modernidad ha olvidado la idea de Aristóteles y ha buscado canalizar lo que
pretenda ser serio y verdadero a lo empírico, de manera que un mundo enorme de
pensamientos y de desarrollos culturales quedaban totalmente fuera de lo “serio”
y de lo “verificable”.
En diversos momentos de la
historia hemos constatado los enormes daños que los reduccionismos de cualquier
tipo han provocado, incluso la muerte de millones de seres humanos. Son un
testimonio de ello los dramas terribles provocados por el reduccionismo racista
en la Alemania nazi o por el reduccionismo comunista de la Unión Soviética y de
otros Estados sometidos a las teorías marxistas.
En cambio, quienes no incurren
en el fetichismo científico, son capaces de acercarse a los diferentes ámbitos
con metodologías apropiadas, entre las que destaca la filosofía, que va mucho
más allá de lo que puede alcanzar el experimentador de laboratorio.
Solo este tipo de
acercamientos ayuda a mejorar los modos de pensar y de comprender las
realidades, especialmente la del ser humano, con sus misterios, su complejidad,
y su condición de creatura libre, llamada a buscar la verdad y a abrirse al
horizonte de una vida auténticamente ética, orientada a alcanzar el bien y la
justicia.