Colaboradores
P. Fernando Pascual
27-6-2023
Hay muchas tareas que llevar a
cabo en la familia, en la oficina, en el taller, en el hospital, en la
parroquia. Son tareas que se hacen mucho más llevaderas si todos (o al menos la
mayoría) colaboran.
Por desgracia, en muchos
grupos humanos hay quienes se escabullen, sobre todo en tareas que implican
tiempo, sudor, y aprender a convivir con quienes piensan de otra manera.
En grupos grandes, los no
colaboradores pueden pasar más o menos desapercibidos si son pocos: la mayoría
arrima el hombro y la tarea sale adelante.
Pero en grupos pequeños, la
presencia de no colaboradores aumenta el peso en quienes asumen la
responsabilidad y ponen manos a la obra.
Por eso es tan importante
crear una actitud interior y modos concretos de estar siempre disponibles, para
que ante las diferentes tareas sean muchos los que cogen la escoba o el trapo
de polvo, o traen su computadora y empiezan a llenar formularios.
Vivir constantemente como
colaboradores puede resultar cansado. Basta con pensar en tareas que duran
meses, como cuando la familia distribuye los tiempos para atender al padre
anciano o enfermo.
Pero siempre será bello, e
incluso más fácil, si muchos asumen su responsabilidad y, sobre todo, viven generosamente,
dispuestos a dar una mano allí donde haga falta.
Entonces se hace realidad
aquella enseñanza de Cristo: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35). Porque siempre causa alegría sentirnos
unidos en un proyecto, en un esfuerzo, que se hace realidad cuando muchas manos
de colaboradores se ponen a la obra, con esperanza y, sobre todo, con cariño.