Ataques al cristianismo y a
los cristianos
P. Fernando Pascual
6-6-2023
No resulta fácil hacer un
panorama sobre los diferentes ataques y críticas contra el cristianismo a lo
largo de los siglos.
En el mismo Evangelio se
narran varios de esos ataques, dirigidos directamente contra Cristo y contra
sus discípulos: no respetar la ley, poner en peligro al Templo (o al pueblo),
blasfemia, comer con los pecadores...
En el mundo romano, los
cristianos fueron perseguidos como potenciales enemigos del Imperio, o como si
constituyeran una secta destructiva, o bajo acusaciones terribles.
En otros lugares, el
cristianismo fue presentado como algo contrario a las costumbres, a las
tradiciones, a la misma identidad cultural de pueblos que se consideraban
autosuficientes, superiores, o simplemente casi perfectos.
Con el desarrollo de ideas
filosóficas modernas y de proyectos políticos, de tipo liberal o totalitario,
los cristianos fueron presentados como irracionales, como enemigos de la
libertad, o del Estado, o de la raza, o de las clases oprimidas.
En nuestro tiempo no faltan
las críticas. Algunas tienen raíces intelectuales: el cristianismo se
resistiría a la modernidad, iría contra el espíritu del tiempo. Otras se basan
en condenas contra el pasado de la Iglesia (Inquisición, leyes eclesiásticas
aplicadas al ámbito civil).
Un buen número de críticas
recientes acusan a la Iglesia católica de intolerancia hacia ciertos
colectivos, de promover una ética irrealizable o enemiga de lo humano, de falta
de actualización, de opresión de las conciencias.
La lista puede alargarse
mucho, pero muestra cómo el fenómeno cristiano, presente sobre todo en la
Iglesia católica fundada por Cristo, suscita reacciones de hostilidad, a veces
de rabia, como si los bautizados convencidos fueran peligrosos enemigos de la
humanidad.
Aunque nos cause pena ver
tantos ataques, no podemos olvidar que el mismo Cristo anunció que seríamos
perseguidos, incluso hasta el extremo de que algunos pensarían dar gloria a
Dios al condenar a los cristianos.
Sabemos, sin embargo, que el
Evangelio sigue adelante, que la Iglesia católica ha pasado muchas tempestades,
y que confía en la fidelidad de Cristo, que prometió estar con nosotros hasta
el fin del mundo.
Mientras vuelve el Señor en su
gloria, para juzgar a vivos y muertos, nos toca soportar con paciencia las
pruebas y los ataques del presente, perdonar a quienes nos persiguen y rezar
por ellos, y suplicar ayuda a Dios, para que podamos mantener la lámpara
encendida hasta el día de su regreso...