El futuro entre optimistas y
pesimistas
P. Fernando Pascual
29-5-2023
¿Cómo miramos al futuro? ¿Qué
resultados esperamos de las acciones humanas en nuestros días y en los próximos
años?
La contraposición entre
optimismo y pesimismo se hace patente a la hora de pensar en lo que pueda ser
el futuro.
Para unos, el futuro mejorará
las condiciones de vida de la humanidad, logrará una mayor limpieza en los
ríos, ofrecerá tratamientos médicos adecuados para la mayoría, eliminará la
pobreza y el hambre.
Para otros, el futuro quedará
asfixiado por contaminaciones, guerras, injusticias, corrupción, nuevas
enfermedades, pérdida de salud y de autonomía.
Diversos autores han analizado
los presupuestos que llevan hacia el optimismo y hacia el pesimismo, y sus
reflexiones ayudan para comprender el surgir de perspectivas antagónicas.
Un presupuesto acomuna a
optimistas y pesimistas: la idea de que el futuro depende casi por completo de
las decisiones de los seres humanos. Lo que ahora escogemos determinará lo que
será el mañana.
Pero luego algo separa
radicalmente a optimistas y pesimistas. Los primeros suponen que la
inteligencia y la voluntad son capaces de orientarnos hacia mejoras
sustanciales que, esperamos, beneficien a la humanidad.
Los segundos, por el
contrario, o desconfían del conocimiento humano, o consideran que muchos actúan
de modo egoísta e injusto, lo cual provoca graves daños en el presente, y
seguirá provocándolos en el futuro.
Podemos, sin embargo,
reconocer un hecho que puede inquietar tanto a optimistas como a pesimistas: no
resulta posible controlar completamente el futuro, ni podemos comprender ahora
las diferentes consecuencias de nuestros actos.
Ello se explica porque el
futuro está revestido de misterio, sea por hechos naturales que sorprenden a
los científicos más competentes, sea por opciones humanas que desconciertan a
los psicólogos y a los sociólogos por su carácter extraño, incluso absurdo.
Optimistas y pesimistas lanzan
hoy, como en el pasado, nuevas previsiones. Mientras, cada uno de nosotros
caminamos, hacia un futuro incierto, con esas decisiones que tomamos cada día.
Esperamos (con algo de
optimismo, aunque no siempre muy convencidos) que haya muchas decisiones que
abran espacios a mejoras, para nosotros mismos y para los demás.
Sobre todo, esperamos que el
tiempo presente nos permita acercarnos a la única meta que da sentido a toda la
historia: la que se alcanza tras la muerte, cuando nos encontramos con un Dios
que ama a cada uno de sus hijos, lo cual permite alcanzar el mejor “resultado”
imaginable para cualquier existencia humana...