Decadencias y renovaciones
P. Fernando Pascual
29-5-2023
Tenemos miedo al desgaste, al
cansancio, a la corrupción, a las derrotas, a la decadencia.
El proceso hacia la decadencia
personal o comunitaria puede iniciar de muchas maneras y llevar a situaciones
de ruina humana y espiritual.
Por eso, necesitamos
continuamente emprender caminos que permitan renovarnos internamente, para
evitar decadencias y, sobre todo, para crecer en el camino hacia el bien.
La historia humana está llena
de casos concretos en los que personas y grupos llegan a la decadencia, y en la
que otras personas y grupos inician procesos de renovación.
Lo importante es conseguir una
correcta visión del presente para descubrir si vamos hacia el deterioro, o si
estamos en un camino de sano resurgimiento.
Luego, conocida bien la
situación presente, hay que rectificar todo aquello que lleve al pecado en sus
diferentes formas: egoísmo, avaricia, tibieza, orgullo, ambición, miedo
paralizante.
Al mismo tiempo, hay que
promover actos concretos que permitan crecer en virtudes, como la fuerza de
voluntad, la generosidad, el desprendimiento de apegos dañinos, la humildad, la
gratitud y, sobre todo, la caridad.
Puede parecer difícil
interrumpir un proceso que lleva a la decadencia, porque muchos no perciben el
peligro en el que se encuentran, porque algunos están interesados en dañar a
las multitudes para el enriquecimiento de unos pocos.
Pero si hombres y mujeres
concretos dejan a un lado apatías y se arman de valor, entonces pueden poner en
marcha procesos de renovación que no solo sirven para ellos, sino para tantos
otros que se animan a emprender caminos hacia el bien verdadero.
La verdadera renovación humana
surge desde una Vida concreta que ha marcado toda la historia: la de Jesucristo.
Él es el verdadero renovador
del mundo, el que destruye el pecado y promueve conversiones auténticas, que
permiten que lo que el mundo considera como despreciable y vacío llegue a ser
poderoso y transformante.
Cada santo muestra cómo
resulta posible iniciar caminos de renovación. Desde la unión con Cristo, y
desde el esfuerzo sincero por vivir el Evangelio, podemos iniciar caminos
revolucionarios que permiten detener decadencias destructivas, y que orientar
las mentes y los corazones hacia el camino de la santidad, la justicia y el
amor.