Cuando necesitamos escuchar a
otros
P. Fernando Pascual
24-4-2023
Sócrates estaba convencido de
que los hombres buscamos continuamente los consejos de otros, sobre todo en los
momentos de mayor peligro y necesidad.
También sabía que en momentos
de bonanza hay una excesiva confianza y una despreocupación, hasta el punto de
que no se escucha a quienes pueden ofrecer buenos consejos.
Un breve texto que recoge
Jenofonte sintetiza esta idea, que en cierto modo aparece también en varios
Diálogos de Platón. El texto se ofrece en la obra Recuerdos de Sócrates
(o Memorables), 3,5,5-6.
Al inicio del texto, Sócrates
afirma: “Creo que en este momento la ciudad está en una disposición más
propicia para un hombre de bien que asuma el mando, pues la confianza engendra
descuido, indolencia e indisciplina, mientras que el miedo nos hace más
atentos, más voluntariosos y más disciplinados”.
A continuación, compara lo que
ocurre en la ciudad con un fenómeno que se da con frecuencia en los barcos: “mientras
no hay miedo de nada, los marineros son todo indisciplina, pero cuando temen
una tormenta o al enemigo, no solo cumplen todas las órdenes sino que incluso
están callados a la espera de órdenes, como hacen los coristas”.
El caso de los marineros es
paradigmático. Cuando la travesía transcurre plácidamente, muestran poco
interés por lo que diga el capitán y los entendidos. En cambio, la situación de
peligro despierta el deseo de tomar las mejores decisiones, lo cual explica la
plena atención hacia quienes se suponen que tienen mejores conocimientos.
Esta idea socrática conserva
una sorprendente actualidad en un mundo donde giran tantas opiniones, donde
muchos tienen poco interés por problemas fundamentales, y donde las situaciones
de crisis generan ansiedad y búsqueda de “especialistas” que ofrezcan
indicaciones eficaces.
La experiencia humana se
construye precisamente desde la continua búsqueda de quienes nos ayuden en los
momentos problemáticos y en los temas más importantes. A través de esa búsqueda
se espera ver mejor las cosas gracias cuando encontramos a quienes tendrían un
mayor conocimiento de la verdad.
Por eso, y a pesar de que el
relativismo cuenta con “buena salud”, dejamos de ser relativistas cuando
necesitamos escuchar a otros para iluminar nuestra mente y guiar nuestra
voluntad hacia decisiones que, basadas en la verdad, nos lleven a superar los
problemas más serios y a orientarnos hacia aquello que sea realmente
beneficioso.