Estrellas y praderas

P. Fernando Pascual

11-4-2023

 

Desde tiempos remotos el ser humano se ha interesado por el cielo, con sus incontables estrellas y sus dimensiones asombrosas.

 

También se ha interesado por lo que hace un grupo de hormigas, por la estructura de una flor de campo, por el crecimiento de las hayas, por las puertas y las ventanas de su aldea.

 

En las últimas décadas, los estudios sobre el universo han logrado niveles de precisión nunca imaginados, gracias a telescopios, incluso instalados en satélites, que recogen continuamente nuevos datos sobre galaxias cercanas y lejanas.

 

Surge, sin embargo, una pregunta: ¿no podríamos invertir el dinero dedicado a explorar el espacio para conocer mejor lo que ocurre en nuestras praderas, nuestros ríos, nuestras ciudades?

 

Los astrónomos y quienes sostienen sus estudios responderán que el estudio del cosmos tiene un valor inmenso, incluso puede abrir perspectivas de mejoras para las generaciones futuras.

 

Pero mientras esas perspectivas parezcan todavía muy lejanas, en nuestro planeta falta comida para millones de personas, hay ríos contaminados, mueren miles de animales y plantas que tienen un valor insustituible para nuestros ecosistemas.

 

Si “desviásemos” los fondos que se invierten en lanzar potentes telescopios espaciales y los usáramos en medicinas y en depuradoras de agua, sin duda mejoraría la vida de cientos de miles de personas en los lugares más necesitados.

 

Se podría objetar, con bastante razón, que resultaría suficiente con dejar de lado gastos militares absurdos para arreglar tantos problemas de la Tierra.

 

Sin dejar de lado esa objeción, y mientras no venzamos el terrible daño de las guerras, desde ahora podemos hacer mucho bien con menos inversiones para las estrellas y más dinero para las praderas...