Neutralizar rumores
P. Fernando Pascual
3-4-2023
Los rumores dejarían de ser un
problema si hubiera menos ingenuos que los divulgasen y más atención e interés
ante las informaciones bien fundadas.
Quienes lanzan rumores, sobre
política, economía, deportes, cine, religión, saben que la gente siente una
curiosidad irresistible hacia lo extraño, o lo provocativo, o lo peligroso, o
lo complotístico, o lo morboso.
Por eso, cuando un divulgador
de rumores lanza la idea de que algunos dicen que han visto a tal político en
un restaurante con tal banquero, el rumor correrá como pólvora, aunque no haya
ninguna certeza sobre esa “noticia”.
En cambio, los rumores
perderían mucha de su fuerza si cada uno pudiera, con seriedad, plantearse
algunas preguntas: ¿quién lanza el rumor? ¿Manifiesta cuáles sean sus fuentes?
¿Cómo contrastar ese rumor? ¿Qué dicen los “afectados”?
Solo cuando haya señales de
que el rumor puede ser contrastado con fuentes seguras y con las personas
implicadas, puede merecer algún tipo de atención.
En cambio, si no hay ninguna
señal de seriedad, si no se indican fuentes verificables, si la “noticia” surge
desde la oscuridad de un anonimato que puede ser completamente inventado,
entonces hay que dejar de lado ese rumor que no merece ni un mínimo de
atención.
Por desgracia, en un mundo
lleno de falsas noticias, de calumnias, de habladurías, donde el anonimato
permite tirar la piedra y esconder la mano, surgirán continuamente rumores,
algunos de los cuales pueden causar un daño enorme a personas inocentes o a
instituciones.
Solo cuando la gente aprenda a
identificar qué rumores carecen de un mínimo de seriedad, será posible
neutralizarlos para que mueran en su origen. Entonces los rumores perderán su
fuerza y dejarán de ser un peligro.
Al mismo tiempo, quienes
tienen el mal hábito de crear y difundir rumores, comprenderán que han sido
derrotados y que vale la pena dedicar las propias energías interiores a causas
que sean realmente buenas y provechosas, que sean de ayuda para comprender un
poco mejor el mundo en el que vivimos.