Siempre es tiempo para
dialogar
P. Fernando Pascual
8-2-2023
En conflictos graves,
especialmente en guerras, hay quienes afirman que no habría llegado el momento
para iniciar negociaciones. El diálogo quedaría postergado “por ahora” para dar
la “voz” a las armas.
Afirmar lo anterior va contra
la verdad y, sobre todo, implica un enorme daño para miles de personas, que se
ven afectadas por guerras y conflictos que pueden durar incluso años.
En realidad, siempre es tiempo
para dialogar, para entablar conversaciones, para encontrar pistas de
soluciones justas que beneficien realmente a los pueblos implicados.
Por eso, cuando gobiernos
concretos, de un lado o de otro, repiten una y otra vez que no hay condiciones
para el diálogo, necesitamos emprender un esfuerzo sincero para abrir espacios
al encuentro y a la búsqueda de soluciones pacíficas y justas.
Se dirá, con cierta razón, que
no tiene sentido que una parte busque el diálogo cuando la otra comete acciones
de agresión contra soldados y contra civiles, con graves daños para miles de
personas.
Pero precisamente para detener
ese tipo de acciones de unos (o de los dos bandos), hay que emprender una y
otra vez vías de negociación que permitan avanzar hacia una disminución de los
ataques y a un pronto restablecimiento de la paz.
El famoso dicho “cuando uno no
quiere, dos no riñen”, quizá no se aplica adecuadamente ante conflictos en los
que las agresiones de uno permiten la defensa legítima de las víctimas.
Pero podemos imaginar otro
dicho que sirva de complemento al apenas citado: “cuando uno quiere, quedan
abiertas puertas al diálogo y a la paz”.
Lo cual, hay que añadir,
implica no solo lanzar llamamientos al diálogo y peticiones de mediación por
parte de otros Estados, sino analizar qué tipo de acciones concretas, también
en el campo de batalla, pueden emprenderse para dar menos fuerza a las armas y
para fomentar nuevos esfuerzos orientados a ayudar a las miles de víctimas que
esperan, ansiosamente, el regreso de la paz en la justicia.