Agamenón y el porquero, la
verdad y la falsedad
P. Fernando Pascual
15-2-2023
En uno de los escritos de
Antonio Machado, encontramos este aforismo con una especie de comentario:
“La verdad es la verdad,
dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón. -Conforme.
El porquero. -No me convence”.
La frase indica simplemente
que algo es verdadero lo diga quien lo diga, se trate de una persona con
prestigio o de otra considerada como poco importante.
La frase, sin embargo,
necesita completarse con una mirada hacia la falsedad. Quedaría, entonces, así:
“Lo falso es falso, lo diga
Agamenón o su porquero”.
En otras palabras, una
afirmación que vaya contra la verdad, por ser imprecisa, o por ser claramente
falsa, será mentira aunque la diga un famoso científico, un economista de una
de las mejores universidades, o un reconocido intelectual.
Aunque la idea parece obvia,
constatamos cómo se busca acallar continuamente a los “porqueros” que intentan
decir la verdad. Se les acusa de no tener títulos, de no publicar en revistas “peer
review”, de tener ideas en contra de la mayoría o en
contra de la “comunidad científica”.
Al mismo tiempo, vemos cómo se
divulgan afirmaciones confusas, erróneas, o claramente manipuladas, porque han
sido dichas por personalidades reconocidas a nivel mundial, a las que se invita
una y otra vez a ofrecer sus juicios sobre el clima, sobre la economía, o sobre
la gripe del próximo año.
Necesitamos acoger lo obvio de
la intuición de Machado para despertar ese sano espíritu crítico que nos hace
distinguir entre quién habla y qué es lo que dice, para separar verdades y
mentiras.
Al mismo tiempo, hace falta
desconfiar de quienes imponen censuras directas, o disimuladas, que impiden a
quienes no tienen títulos ni fama ofrecer sus “verdades”, cuando en realidad
dan señales de una sensatez que resulta urgente en nuestros días.
En el mundo de la información,
Agamenón puede decir verdades o mentiras. Su poder y su fama no lo convierten
en alguien infalible. También el porquero puede reconocer lo verdadero y
comunicarlo a otros, o inventar falsedades que dañen a sus amigos en las redes
sociales.
Por eso, resulta urgente
aplicar un consejo que Platón atribuye a Sócrates: rechazar todo aquello que
nos aparte de la verdad, y buscarla sin descanso, también con la ayuda de
quienes, con o sin títulos, puedan ayudarnos a descubrirla.