Demostrar lo que afirmamos
P. Fernando Pascual
1-2-2023
Nos habrá ocurrido más de una
vez. Afirmamos con seguridad algo sobre economía, sobre literatura, sobre
informática, sobre política. Llegan las preguntas: ¿estás seguro? ¿Cómo lo
sabes? ¿Puedes demostrarlo?
Hay temas sobre los que
resulta relativamente fácil responder a esas preguntas, porque nos sentimos
seguros, porque hemos llegado a conclusiones basadas en informaciones bien
fundamentadas.
Pero en otros temas, ante esas
preguntas sentimos que el suelo se resquebraja bajo nuestros zapatos, y tememos
porque nuestra respuesta será insegura o confusa, si es que no tendremos que
responder, con sinceridad, que no estamos seguros de esta o aquella
afirmación...
Demostrar lo que afirmamos no
resulta tan fácil como imaginamos, por un hecho sencillo: muchas veces damos
por válidos análisis e ideas que, en realidad, no hemos estudiado
adecuadamente.
Ello explica que vivamos con
una “cantidad” más o menos grande de contenidos que damos por correctos cuando,
en realidad, pueden ser erróneos, o al menos no son seguros, porque nos faltan
elementos de juicio sobre ellos.
Se entiende así la imagen de
Platón, cuando habla de opiniones que corren, que escapan, porque no están “atadas”,
porque no encuentran apoyo en razonamientos adecuados que nos permitan pasar
del nivel de las conjeturas al nivel de la ciencia basada en la verdad.
Numerosos pensadores a lo
largo de los siglos han señalado ese peligro que consiste en creer saber cuando, en realidad, no sabemos. Recientemente, Daniel
Kahneman, con su famoso libro Pensar rápido, pensar despacio, ha
mostrado con qué facilidad consideramos válido lo que sería una conjetura sin
fundamento y, muchas veces, errónea.
Cuando alguien nos pregunte
por qué afirmamos que esta medicina es buena, que esta ley mejorará el sistema
escolástico, o que aquel libro sería un “capolavoro”
literario, podemos hacer un sencillo examen de conciencia.
La pregunta es sencilla y
exigente, pero abre espacios a mejoras si somos sinceros: ¿puedo probar lo que
acabo de decir? Al responder, tal vez tomaré el propósito de poner entre
paréntesis una o varias afirmaciones que daba como buenas.
Entonces, empezaré a invertir
tiempo en investigar mejor aquellos temas que merecen un poco de esfuerzo, y
así podré acercarme, poco a poco, a la verdad.