Prudencia al dar y recibir
noticias
P. Fernando Pascual
22-12-2022
Estalla una bomba. Los medios
informativos indican que los terroristas pertenecían a tal grupo internacional.
Encuentran una fosa con
decenas de cuerpos. En las noticias afirman que fueron asesinados por los
soldados de un ejército concreto.
Se difunde un mensaje provocativo
en las redes sociales. En la prensa acusan a un político de haberlo puesto en
circulación.
Con el pasar del tiempo, a
veces después de varias horas o de varios días, se descubre que las noticias
eran erróneas, por no llamarlas falsas.
La bomba no era de ese grupo
terrorista, sino de otro. La fosa contenía cuerpos de asesinados por el otro
ejército. El mensaje provocativo fue inventado por un hábil “hacker” y no por
este o aquel político.
¿Cómo evitar que se difundan
tan rápidamente noticias falsas? ¿Existe un modo de evitar este tipo de
engaños, algunos gravísimos porque dañan la fama de personas inocentes?
Algunos aprovechan estas
situaciones para exigir más censura, lo cual genera muchos problemas y grandes
peligros contra la libertad de información.
En cambio, sería de gran
utilidad enseñar a los periodistas y agentes de la información, y a los
destinatarios (el gran público) a afrontar estas “informaciones” con prudencia.
La prudencia del buen
periodista se fijaría en lo esencial del dato y en el origen de las primeras
informaciones, sin llegar a conclusiones precipitadas.
Así, frente a la bomba que ha
provocado varias muertes, diría solamente que hubo una explosión, que la
policía o los hospitales hablan de X víctimas, y que el gobierno piensa que la
culpa sería de tal grupo terrorista, aunque la investigación sigue abierta.
De este modo, no se da por
hecho que esos terroristas concretos hicieron el atentado, sino que se sospecha
de ellos. Así, la noticia se limita a decir lo que se sabe por ahora, y que la
prensa sigue a la espera de nuevas informaciones.
Por su parte, los lectores
prudentes se dan cuenta en seguida de que el hecho es demasiado reciente y de
que hay intereses de unos para acusar a otros de haberlo provocado, por lo que
se mantienen cautos al leer las primeras noticias.
No resulta fácil, en un mundo
de tantas prisas y de tantos intereses, vivir la prudencia ante las informaciones
que llegan en oleadas imparables.
Pero si cada uno aprende a
mantenerse atento a lo que se sabe, si deja a un lado hipótesis no probadas, y
si desconfía de noticias de última hora en temas complejos que requieren muchas
indagaciones, evitaremos la difusión dañina de noticias falsas, y estimularemos
a los periodistas a ir a fondo a la hora de investigar cada uno de los hechos
que merecen ser conocidos por la sociedad.