Encuestas y políticos veletas
P. Fernando Pascual
19-11-2022
Un político, sobre todo cuando
se acercan las elecciones, suele reaccionar con mayor o menor rapidez a lo que
las encuestas dicen sobre sus promesas.
¿Defiendo el trabajo para todos?
Mejoran las encuestas. ¿Hablo en contra del aborto? Empeoran las encuestas.
¿Insisto en la expulsión de emigrantes ilegales? En ocasiones, mejoran las
encuestas, y en otras ocasiones, empeoran.
Al ver los resultados, el
discurso de ciertos políticos, a veces poco a poco, en otras ocasiones con una
rapidez sorprendente, sufre un giro acrobático. Quien hoy criticaba el aborto,
mañana lo presenta como un fenómeno “ordinario” en las sociedades progresistas
(como si fuera progreso eliminar a los hijos antes de nacer...).
Que un político modifique sus
propuestas resulta explicable por diversos motivos: porque ha analizado mejor
un tema, porque ha cambiado la situación política mundial, porque este año ha
habido una importante llegada de inmigrantes ilegales.
Pero si un político cambia de
parecer y modifica sus discursos solo para ganar votos y contentar a nuevos
potenciales electores, se comporta como una veleta, y muestra veleidades que
implican pocas convicciones y mucho oportunismo.
La gente puede descubrir con
cierta facilidad cómo ciertos políticos hoy prometen una cosa y mañana la
contraria, gracias al material que ha quedado “fijo” en la prensa, en Internet,
incluso en libros.
Pero sorprende que mucha gente
sigue votando a políticos veletas, incluso si son oportunistas que giran y
cambian según sopla el viento de las encuestas, cuando tales políticos no
garantizan la honestidad requerida para asumir tareas de responsabilidad como
las propias de un Estado moderno.
Frente a los políticos que
cambian de chaqueta como cambia el viento, las sociedades necesitan políticos
coherentes y amantes de la justicia, que defiendan principios fundamentales y
acciones orientadas a promover el bien común y los derechos fundamentales de
todos.
Hay dos modos concretos para
buscar que no triunfen políticos incoherentes y dañinos: denunciar todos
aquellos programas que incluyan medidas contrarias al bien común y la justicia,
y señalar a los políticos veletas que no ofrecen ninguna garantía de
honestidad.
Positivamente, hay que
promover a aquellos políticos que defiendan buenos principios, que no cedan a
las presiones de los medios de comunicación o las encuestas, y que muestren en
su “historial” una coherencia y una integridad que garanticen que llegarán a
ser buenos gobernantes.