La conversión de un hugonote
P. Fernando Pascual
4-12-2022
Durante unas misiones en una
parroquia del pueblo de Montmirail, el año 1620, san
Vicente de Paúl encontró a tres hugonotes que participaron con interés en
varios diálogos con el santo.
Dos de ellos pidieron en
seguida volver a la Iglesia católica. El tercero, sin embargo, se resistía.
Además, puso al santo una objeción nada fácil de responder.
Decía aquel hugonote: “Según
usted, la Iglesia de Roma está dirigida por el Espíritu Santo; pero yo no lo
puedo creer, puesto que, por una parte, se ve a los católicos del campo
abandonados en manos de unos pastores viciosos e ignorantes, que no conocen sus
obligaciones y que no saben siquiera lo que es la religión cristiana; y, por
otra parte, se ven las ciudades llenas de sacerdotes y de frailes que no hacen
absolutamente nada; puede que en solo París haya hasta 10.000, mientras que
esas pobres gentes del campo se encuentran en una ignorancia espantosa, por la
que se pierden. ¿Y quiere usted convencerme de que esto está bajo la dirección
del Espíritu Santo? No puedo creerlo”.
La objeción dejó pensativo a
san Vicente de Paúl, pues a través de ella se tocaba una situación real: el
abandono de miles de bautizados que no tenían pastores dispuestos a ayudarles
en su vida cristiana.
Pasó un año, y san Vicente
tuvo sus misiones en Marchais y otros pueblos que
estaban cerca de Montmirail, acompañado por varios
sacerdotes y religiosos que le ayudaban en ese hermoso trabajo de
evangelización.
El hugonote que había lanzado
la pregunta al santo tuvo noticia de esas misiones y acudió para ver lo que
pasaba en Marchais. Comprobó todo lo que se hacía por
la gente, cómo se la instruía de modo adecuado, cómo muchos pecadores se
convertían.
Un buen día fue a hablar con san
Vicente y le dijo: “Ahora he visto que el Espíritu Santo guía a la Iglesia
romana, ya que se preocupa de la instrucción y salvación de estos pobres
aldeanos. Estoy dispuesto a entrar en ella cuando usted quiera recibirme”.
Tuvo que resolver todavía algunas
objeciones, sobre todo respecto de la veneración de las imágenes. Pero una vez
que le fue explicado el sentido de tal veneración, estuvo listo y fue recibido
de nuevo en la Iglesia católica.
La anécdota de aquella
conversión muestra dos aspectos importantes de la tarea que san Vicente de Paúl
desarrolló a lo largo de su vida. Por un lado, el compromiso en trabajar con
los pobres, para que pudieran recibir el Evangelio y vivir en gracia. Por otro
lado, el proyecto de suscitar el fervor de los sacerdotes, de forma que se
dejasen guiar realmente por el Espíritu Santo.
La historia del hugonote es
una entre tantas historias de conversión que rodean la vida de los santos.
Además, nos recuerda que hoy, como en el pasado, el Espíritu Santo sigue
dirigiendo los pasos de la Iglesia católica, fundada por Cristo para llevar su
Amor y salvación a todos los hombres.
(El texto entrecomillado y las
ideas centrales de esta historia están tomados de la siguiente biografía: José
María Román, San Vicente de Paúl, BAC, Madrid 1981).