Escuchar a las partes en
conflicto
P. Fernando Pascual
13-11-2022
Hay muchos tipos de
conflictos. En algunos salta a la vista quién es el culpable. En otros no
parece fácil identificar culpas y responsabilidades, quién tenga la razón y
quién esté en el error.
Constatar lo anterior explica
la importancia de escuchar a las partes en conflicto, lo cual no resulta fácil,
máxime en un mundo de prisas como el nuestro.
Sabemos, sin embargo, lo que
ocurre cuando escuchamos solo a una parte y silenciamos o malinterpretamos
sistemáticamente a la otra parte: en ese caso, será casi imposible identificar
las razones y las sinrazones de unos, de otros, o de ambas partes.
Entonces, ¿cómo escuchar a las partes que chocan entre sí? Primero,
con una actitud de serenidad, que facilite el que unos y otros expongan sus
razones y defiendan sus intereses.
Después, con un sentido crítico que permita distinguir entre
argumentos basados en las causas del conflicto, y argumentos construidos
simplemente para imponerse sobre la otra parte a cualquier precio.
Desde una buena escucha, puede resultar posible emprender algún tipo
de mediación entre los contendientes, sea en un conflicto en familia, sea en
conflictos más amplios, que afectan a grupos sociales, a partidos políticos, o
incluso a Estados.
La historia humana ha presenciado, y presencia en nuestros días, un
número elevado de conflictos en los que millones de personas sufren, sea por
sentirse atacados por la otra parte, sea porque sus corazones se llenan de odio
y, en algunos casos, caminan rápidamente hacia acciones dañinas.
Frente a tanto dolor, el esfuerzo por escuchar a quienes tienen un
conflicto, y por avanzar a través del diálogo hacia puntos de encuentro que
permitan a cada parte ver atendidas sus exigencias de justicia, puede
desactivar tensiones dañinas y promover actitudes de apertura y, en algunos
casos, de perdón.
En cierto sentido, resulta una gran ayuda recordar cómo Dios invita a
abrirse al otro, a escuchar, a perdonar, a avanzar hacia la reconciliación.
Jesús, además, explicó lo importante que resulta ponerse en paz con el otro
mientras estamos en camino (cf. Mt 5,25).
Con la ayuda del Maestro, y desde la conciencia de que todos somos
hijos del Padre de los cielos, podemos poner un granito de arena para que haya
entre nosotros menos conflictos dañinos y más diálogo abierto a las razones de
todos, lo cual nos permite avanzar hacia el triunfo de la verdad y la justicia.