Acercarse a Dios tras el
pecado
P. Fernando Pascual
28-10-2022
El pecado nos aleja de Dios y
rompe relaciones con los hermanos. Es un drama, un sinsentido. Una vez que
entra en el corazón nos daña gravemente.
Tras el pecado, puede haber muchas
reacciones. Unos, tristemente, buscan justificarlo con argumentos inútiles y
falsos. Otros caen en una pena malsana, como si hubieran fracasado en la vida.
La actitud correcta, desde la
ayuda de la gracia, nos permite reconocer el pecado y acercarnos, cuanto antes,
a Dios, para que nos acoja y nos ofrezca el gran don de su misericordia.
Ese acercamiento a Dios puede
iniciar cuando nos ponemos de rodillas ante un crucifijo, o entramos en una
iglesia, y pedimos misericordia, como el publicano que rezaba en el templo (cf.
Lc 18,9-14).
Luego, el corazón consolado
por la ternura de Dios estará listo para recibir plenamente la misericordia en
el sacramento de la penitencia, como tantos millones de hombres y mujeres que
lo celebran llenos de alegría.
Es posible, siempre, acercarse
a Dios tras el pecado. Experimentaremos, así, lo que tantos pecadores, ya en la
vida de Cristo, encontraron: acogida, escucha, misericordia, esperanza.
Un pecado no debería
empujarnos a tristezas equivocadas ni a desesperaciones. Todos tenemos la
posibilidad de recibir el perdón de Dios, porque Dios ama a todos.
Dios Padre nos ve unidos a su
Hijo. Nos acoge en la cruz que borra el pecado del mundo. Nos abraza cada vez
que regresamos a casa y le pedimos perdón. Hace fiesta, con los ángeles, porque
es un Padre que nos ama...