Decisiones para buscar orden
P. Fernando Pascual
22-10-2022
Decían los antiguos que en
todo lo que hagamos hay que buscar el fin. Ese fin, explicaba Aristóteles,
exige orden. Porque, según ese gran filósofo, “es propio del sabio ordenar”.
¿Qué significa tomar
decisiones para buscar orden? Significa, primero, reconocer que hay ámbitos en
los que el orden depende de nosotros.
Segundo, que no se pueden
hacer las cosas de cualquier manera, sino que necesitamos respetar el orden
natural en las que se disponen mejor.
Así, para hacer un simple
plato de arroz, no da lo mismo primero poner el agua, y luego el arroz, o al
revés, o empezar con la sal, o sin sal, o calentar con fuerza antes o después.
Existen, si uno quiere
alcanzar un objetivo concreto, diversas “reglas” que permiten alcanzar la meta
y que surgen del modo de ser de las cosas. Solo desde esas reglas podemos tomar
decisiones bien ordenadas.
En el caso del plato del
arroz, el agua tiene su modo de ser, el arroz el suyo, el fuego el suyo, y la
sal el suyo. No conocer cómo funciona cada cosa, o tratarlas como si todas
fueran iguales, lleva a actuar desordenadamente.
En cierto sentido, la misma
vida humana se vive mejor si sabemos buscar el orden adecuado de nuestro
interior, y se vive peor si permitimos el desorden de las facultades, de los
pensamientos, de los sentimientos, de las acciones.
Cuando reconocemos lo
anterior, empezamos a invertir tiempo para organizar mejor nuestros
pensamientos, para promover una sana jerarquía de valores, para pedir consejo a
quienes han logrado buenos objetivos.
Puede parecer difícil, sobre
todo en un mundo que no siempre educa a la reflexión, y que ofrece no pocos
ejemplos negativos de vidas desordenadas pero que son presentadas como famosas
y llenas de placeres.
La realidad es que una vida
fuera del orden lleva al fracaso. Un fracaso que no es solo personal, sino que
también afecta a quienes viven más cerca o, en ocasiones, más lejos.
Ante la situación caótica de
algunas sociedades, vale la pena una buena reflexión sobre el orden que permite
alcanzar los objetivos centrales de la existencia.
Entre esos objetivos, no
podemos olvidarlo, está el horizonte de Dios, que ha sido el origen de este
universo en el que vivimos. Ese Dios es la meta y el anhelo más profundo y
mejor ordenado de todo corazón humano, en el tiempo presente y en el que inicia
tras la muerte...