Regar plantas y cuidar seres
humanos
P. Fernando Pascual
15-10-2022
Un gesto sencillo, regar
plantas, tiene varios significados, que reflejan aspectos importantes de la
vida.
Un significado es obvio: las
plantas, como seres vivos, necesitan agua.
Otro significado se descubre
cuando observamos al ser humano: siente la responsabilidad de cuidar unas
plantas concretas, de darles el agua que necesitan.
Desde luego, regar plantas
tiene sus reglas, según el tipo de planta, la época del año, la ubicación y
otras circunstancias.
Por eso, uno aprende a regar
bien las plantas cuando se fija en los detalles concretos de cada una, en sus
necesidades estables o en las que surgen por sorpresa.
Luego, se llega a una cierta “rutina”:
esta planta se riega cada día, aquella cada dos días, la otra cada semana...
Si uno ha aprendido bien, el
riego mantiene en salud y fuerza a esas plantas que muchas veces solo piden un
poco de agua.
Si regar las plantas requiere
un aprendizaje, aunque sea sencillo y asequible a casi todos, ¿cómo interpretar
los cuidados que necesita uno mismo, y los que puede ofrecer a otros?
Se trata, desde luego, de
ámbitos muy diferentes: las plantas se conforman con poco, aunque hay que saber
ofrecerlo bien. Los seres humanos necesitan un sinfín de atenciones que exigen
competencias extraordinarias.
Al regar periódicamente
plantas propias o ajenas, podemos aprender cómo la naturaleza tiene leyes y
exigencias que, respetadas, ayudan a esas plantas en su salud y su vida.
De modo parecido, cada vez que
nos interesamos por seres humanos concretos, con su salud, su historia, sus
relaciones, podemos descubrir algunas de sus necesidades, para luego darles una
mano, con palabras o con acciones concretas y oportunas, para un buen
desarrollo de sus vidas.