Acciones y resultados

P. Fernando Pascual

14-9-2022

 

Las acciones que realizamos libremente tienen sentido por buscar resultados que consideramos beneficiosos para nosotros mismos y para otros.

 

Así, si voy al médico busco un buen tratamiento que me devuelva o conserve la salud.

 

Si empiezo una dieta, espero poder adelgazar o engordar (hay personas que necesitan unos kilos de más).

 

Si hablo con el jefe de trabajo, busco una mejora en las relaciones, o en la productividad, o en el salario, o en las condiciones sanitarias.

 

Luego, tras las acciones, constatamos que no siempre los resultados son los esperados. En algunas ocasiones, el resultado obtenido era el previsto, pero ha causado más daños que beneficios.

 

Así, la cita con el médico nos llevó a un tratamiento que, a la larga, no curó la enfermedad, sino que provocó un daño colateral en el hígado.

 

O la mejora en las relaciones con el jefe llevó luego a enrarecer el ambiente en el puesto de trabajo por las envidias surgidas en otros compañeros.

 

Constatar este tipo de fenómenos nos lleva a reconocer dos aspectos (entre otros) que rodean todas las decisiones humanas.

 

El primero: resulta muy difícil encontrar el camino adecuado para alcanzar una meta buena. Por lo mismo, habrá momentos en los que las acciones escogidas nos aparten de los resultados esperados.

 

El segundo: resultados vistos como buenos y alcanzados de modo eficaz gracias a acciones bien escogidas, pueden, a la larga, provocar daños colaterales que no habíamos previsto o que surgieron de modo totalmente incomprensible.

 

Constatar estos aspectos no debe crear un miedo patológico que impida tomar decisiones: la vida continuamente nos obliga a elegir. Incluso el esfuerzo vano por no escoger nada ya es una elección que, en muchos casos, nos daña enormemente.

 

Al contrario, asumir lo indeterminado de los resultados nos hará ser más prudentes al decidir qué acciones emprenderemos, y a recibir con serenidad los resultados que se produzcan.

 

Algunos de esos resultados pueden dañarnos, pero luego será posible afrontar la situación con otras decisiones mejor pensadas y, siempre, abiertas a los imprevistos inevitables de la existencia humana...