Giros sorprendentes de la
historia
P. Fernando Pascual
1-9-2022
Un general ha reunido tropas,
ha organizado la logística, ha estudiado el terreno. Está listo para la
batalla. Una tormenta imprevista moja la pólvora, desorganiza a la tropa, anima
a los enemigos. Llega una derrota imprevista.
Un rey ha realizado una serie
de enlaces matrimoniales para garantizar la sucesión y para expandir el poderío
de su reino. Las muertes repentinas del hijo heredero, del nieto, del siguiente
candidato al trono, desbaratan todos los planes.
Un político establece un
ambicioso plan para mejorar las finanzas del Estado. Calcula entradas y
salidas, estudia las maneras más eficientes para usar el capital, reducir los
préstamos y ahorrar en intereses. Una crisis económica internacional da al
traste con buena parte de un plan prometedor.
La historia está llena de
giros sorprendentes. Lo que parecía seguro queda desmantelado. Lo que nadie
esperaba, acontece misteriosamente. Todos los proyectos parecen están a merced
de cambios incontrolables.
Luego, los historiadores
buscarán explicaciones que hagan más razonable lo ocurrido, como si así
pudieran eliminar (al menos en parte) esa condición misteriosa de la existencia
humana, en la que no tenemos nada garantizado.
Desde luego, que haya factores
imprevisibles no significa que las autoridades renuncien a hacer planes y dejen
de esforzarse por tomar decisiones que, según esperan, puedan llevar al bien
del Estado y, sobre todo, de la gente.
Pero ni siquiera los mejores
planes pueden destruir las incógnitas ni los imprevistos que ocurren, a veces
después de periodos largos de tiempo “estable”, otras veces como si fueran una
cascada de eventos que destrozan las mejores previsiones.
Los giros sorprendentes de la
historia “grande”, la de los Estados, los pueblos, la humanidad entera, también
se producen en las historias “pequeñas” de cada biografía, con sus esperanzas y
sus miedos, con sus planes y sus imprevistos, con sus momentos serenos y sus
cambios en avalancha.
Así es la vida terrena: un
sucederse de eventos, muchos que parecen incontrolables. Esos eventos solo
podrán adquirir su significado pleno cuando, tras la frontera de la muerte,
quede fijado para siempre un pasado complejo, y se abra ese horizonte del
encuentro de cada uno con el Dios que lleva en su corazón el sentido completo y
pleno de la historia humana...