Un síntoma de deshonestidad
intelectual
P. Fernando Pascual
1-9-2022
Falta honestidad intelectual
cuando se razona con sofismas, cuando se falsean los datos, cuando se cortan
frases de otros estudiosos para hacerles decir lo contrario de lo que realmente
dijeron.
Son muchas las maneras en las
que se falta a la honestidad intelectual. Entre ellas, podemos encontrar un
sencillo síntoma o señal, que muestra poca seriedad, que lleva a errores, y que
es muy fácil de individual.
Se trata del empleo abusivo
del adjetivo “todo” en sus diversas modalidades. “Todo el mundo sabe...” “Todos
los científicos afirman...” “Todas las personas han llegado a reconocer que...”
Ese empleo abusivo va, en
primer lugar, contra una sencilla ley de la lógica, según la cual toda
afirmación universal en materia contingente es de por sí falsa.
Porque es “materia contingente”
lo que la gente dice, piensa, escribe, publica. Por lo mismo, resulta
relativamente fácil encontrar un solo caso de alguien que sostenga lo contrario
de quien dice “todos sabemos actualmente que...”
En segundo lugar, va contra
una sencilla regla de la estadística, ciencia experimental, según la cual para
poder concluir que “todos piensan que...” haría falta interrogar a un número
enorme (idealmente a “todos”) de seres humanos, lo cual es casi imposible, y no
siempre garantiza la verdad.
Es casi imposible, porque
siempre habrá personas que nunca respondan a cuestionarios que aspiran a
conocer lo que piensan todos (o la mayoría). Basta con pensar en las tribus
aisladas, a las que nadie les envía ningún formulario de preguntas...
Es casi imposible, además,
porque aunque se llegase a un cuestionario respondido por miles de millones de
personas, nunca habría certeza de que todos hayan respondido con sinceridad. Y,
seguramente, un cuestionario de esas dimensiones mostraría que al menos algunos
(tal vez muchos, con sorpresa de los investigadores) dicen lo contrario de lo
esperado...
Por eso, cuando escuchemos una
conferencia, o leemos un texto, en la que se diga, con una seguridad
sorprendente, que “todos pensamos esto”, podemos estar seguros de que falta
honestidad intelectual en quien hace tal afirmación.
Es cierto que muchas veces se
trata de una exageración consciente: al decir “todos” se alude a una inmensa
mayoría. Pues lo mejor, para ser de verdad honestos, es evitar exageraciones, y
decir simplemente “una inmensa mayoría cree que...”. Y decirlo, desde luego,
solo si de verdad se han hecho las necesarias investigaciones para conocer lo
que piensa esa “inmensa mayoría”.
El mundo necesita un baño de
honestidad intelectual. Un modo sencillo para ayudarnos a lograr esa meta,
consiste en identificar y señalar los errores de quienes sostengan, sin
fundamento, que “todos sabemos que...”
Al mismo tiempo, daremos más
espacio a quienes sepan expresarse con verdadero sentido de la realidad, desde
los datos que hayan alcanzado por haber emprendido investigaciones serias y
honestas.