Momentos de alivio
P. Fernando Pascual
1-9-2022
Hay momentos en los que se
acumulan las contrariedades: semanas de sequía, incendios en los alrededores,
subidas de precio, tensiones en el trabajo, disgustos en familia.
En esos momentos, quisiéramos
experimentar algún alivio, consuelo, apoyo, para levantar la cabeza más allá de
las dificultades y animarnos a seguir en la lucha.
Momentos de alivio llegan por
sorpresa, cuando la llamada de un compañero de trabajo nos avisa de que va a
haber una subida de salarios y una mejor distribución de tareas entre los
empleados.
Otras veces llegan tras un
aviso: el servicio meteorológico explica que en las próximas horas llegará esa
lluvia que todos anhelamos.
Al recibir un alivio,
experimentamos algo parecido a la ligereza: el peso es menos molesto, la vida
vuelve a mostrar aspectos de belleza.
Quizá algunos problemas serios
siguen ahí, como una amenaza de tormenta que puede estallar en cualquier
momento y causarnos daños más o menos serios.
Pero al menos pudimos
ensanchar el corazón, encontrar una pausa de alegría, para mirar con nuevos
bríos el presente y el futuro que se abre ante nosotros.
Entre los momentos de alivio
destacan aquellas ocasiones en las que pudimos abrirnos a Dios, reconocer su acción
en la propia vida y en la vida de la humanidad.
Recordamos aquella hermosa
invitación de Jesucristo: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas” (Mt 11,28‑29).
Sí: el alivio más completo, el
consuelo que levanta nuestro corazón, está en ese Dios que caminó junto a su
pueblo, que reveló el rostro del Padre, que ofreció misericordia, y que nos
recordó que a cada día le basta su afán... (cf. Mt 6,34).