Proyectarse desde el presente
P. Fernando Pascual
8-7-2022
En ocasiones imaginamos cómo
desearíamos que fuese nuestro futuro, o el futuro de las personas que amamos, o
el de la ciudad, el del país, incluso el del mundo entero.
Quisiéramos que hubiera más
amor, más esperanza, menos conflictos, menos avidez, más generosidad, más
cercanía, más transparencia, menos injusticias, más ayuda mutua.
Al imaginar un futuro así,
proyectamos ese deseo de bien que radica en la mayoría de los corazones humanos,
al mismo tiempo que aspiramos a erradicar o, al menos, a disminuir, tantos
males que nos amenazan continuamente.
Esas ocasiones de proyectarnos
hacia el futuro pueden quedar en simples imaginaciones, en deseos que casi
parecen un soñar con los ojos abiertos.
Pero también pueden
convertirse en un momento para proyectarse desde el presente y ver cómo cada
uno puede, con gestos pequeños o grandes, contribuir para que el mundo empiece
a ser un poco mejor.
No se trata de una utopía que
choca contra ese muro de situaciones que parecen imposibles de cambiar. Se
trata más bien de ver qué puedo hacer hoy, ahora, en casa, en el trabajo, entre
amigos, para que haya un cambio hacia el bien.
Ese cambio, desde luego, no
podrá concretizarse solo desde mis actos presentes, sino desde el apoyo de
tantos corazones que, como el mío, buscan que la existencia humana pueda ser un
poco más bella.
Así pueden comenzar procesos
que abren el mundo a Dios, que encienden hogueras de esperanza, que alivian
sufrimientos de tantos hermanos nuestros, que permiten gestos del perdón que
cierran heridas e inician paces justas.
El presente que ahora tengo
entre mis manos puede convertirse, con la ayuda de Dios y de tantos hombres y
mujeres que tienen altura de miras y grandeza de alma, en un primer paso hacia
el crecimiento de la belleza y del amor, ya en este mundo y, también, en el
mundo eterno que nos espera tras la muerte...