El aborto no puede ser presentado
como derecho
P. Fernando Pascual
11-6-2022
En debates públicos, en
parlamentos, en medios de comunicación, diversas personas afirman que el aborto
sería un derecho y que debería ser permitido el libro acceso al mismo.
Presentar el aborto como
derecho implica considerarlo como algo bueno y justo, pues solo se considera
derecho todo lo que permita realizar acciones orientadas a obtener algún
beneficio justo en la vida humana.
Según este modo de pensar,
cada vez que un Estado legaliza el aborto, se implementaría un derecho para la
gente. Al contrario, cuando un Estado, o unos jueces, limitasen o prohibiesen
el aborto, irían contra ese derecho.
Este modo de hablar es
engañoso, porque presenta el aborto como justo y bueno, cuando en realidad se
trata de algo injusto y dañino.
Esto se hace evidente cuando
comprendemos y miramos al aborto provocado como lo que es: un acto que destruye
una vida humana en sus momentos iniciales, antes del parto.
Por lo mismo, cuando se dice
que una ley va a limitar el “derecho al aborto”, se está incurriendo en un
abuso del lenguaje. Porque no existe, según un modo correcto de entender las
leyes, ningún derecho al aborto.
Además, y este punto resulta
clave, prohibir el aborto no es ir contra un derecho, sino todo lo contrario:
busca defender un derecho que estaría vulnerado allí donde el aborto estuviera
legalizado.
El esfuerzo por erradicar el
aborto, practicado ilegalmente o “legalmente”, es entonces un esfuerzo sano a
favor del derecho básico que permite el primer paso para que exista justicia:
la defensa de la vida y la integridad física de cada ser humano.
Es un gran engaño, entonces,
decir que ir contra el aborto es ir contra un derecho de las mujeres. Al
contrario, ir contra el aborto significa luchar contra una de las mayores
injusticias, la que permite asesinar a los hijos en el seno de sus madres.
Luchar contra esa injusticia,
desde luego, implica promover acciones y esfuerzos para que toda mujer, en
situaciones de embarazo difícil, reciba las ayudas necesarias, y para que cada
hijo nacido cuente con las medidas sanitarias, sociales y económicas, que le
permitan desarrollarse adecuadamente en su existencia como miembro de la gran
familia humana.