Deberes y bienes
P. Fernando Pascual
28-5-2022
Con frecuencia nos encontramos
ante deberes de distintos niveles: pagar impuestos, respetar normas de tráfico,
adoptar ciertos modos comportarse ante otros, esforzarse por mantener la
higiene.
Al mismo tiempo,
experimentamos deseos, algunos que no chocan contra deberes concretos, otros
que parecen ir contra ciertos deberes.
Por ejemplo, muchos
experimentan el deseo de pagar menos impuestos, o de saltarse un semáforo para
llegar a tiempo a una cita, o de librarse de ciertas reglas de etiqueta que
resultan incómodas.
Surge entonces la pregunta, ya
abordada por diversos filósofos del pasado: ¿hay una oposición entre deberes y
bienes, o resulta posible armonizarlos?
La respuesta no es fácil. En
primer lugar, porque ya de por sí resulta difícil definir qué es un deber y qué
es algo bueno. En segundo lugar, porque existen diversos tipos de deberes y de
bienes. Y en tercer lugar, porque muchas veces parece que deberes y bienes
están en oposición.
Parece... porque en realidad
un deber correctamente fundamentado tiene sentido solo en cuanto orientado a un
bien, si es que no coincide en sí mismo con un bien.
Así, los diversos deberes de
tráfico, que en más de una ocasión parecen molestos o, incluso, “dañinos”,
tienen sentido solo para promover orden y evitar accidentes, lo cual es un bien
para todos.
Desde luego, cuando hay una
emergencia (un enfermo en el coche que necesita llegar urgentemente al
hospital), no hay que respetar el rojo, simplemente porque no existe el deber
de respetarlo, desde luego con la suficiente prudencia como para no chocar con
otros...
Otros deberes, sobre todo
cuando surgen desde leyes discutibles, no estarían realmente orientados a
bienes. Incluso en ocasiones hay “deberes” que sirven para dañar, por ejemplo
en sistemas dictatoriales que obligan a las personas a actuar contra la
conciencia y a cometer acciones de por sí contrarias a la justicia.
Siempre es necesario
reflexionar sobre las relaciones entre deberes y bienes, para entender cuándo
coinciden y cuándo se separan entre sí, aunque no siempre será fácil llegar a
respuestas satisfactorias.
Solo si comprendemos bien este
tema, podremos orientar la propia vida en la búsqueda de esa plenitud humana,
que en el fondo coincide con el encuentro con lo bello, lo justo, lo noble, lo
que nos orienta al amor auténtico a Dios y a los demás.