Santidad desde lo pequeño
P. Fernando Pascual
1-5-2022
Queremos abrirnos a Dios,
avanzar hacia las virtudes, crecer en el mandamiento del amor, vivir seriamente
la santidad.
Al mismo tiempo, constatamos
nuestras debilidades. Algunos vicios están muy arraigados. Otras veces una
tentación nos arrastra hacia el pecado con una facilidad sorprendente.
Sentimos entonces que la
santidad es difícil, que no podemos vivir el Evangelio, que la conversión no
sería para nosotros.
Para vencer la tentación del
desánimo, para no pactar con el conformismo malsano, puede ayudarnos un camino
sencillo, que está en el Evangelio y en diversos autores.
Se trata de algo tan fácil
como el esfuerzo en las cosas pequeñas, la lucha en lo más ordinario y
asequible.
“El que es fiel en lo mínimo,
lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en
lo mucho” (Lc 16,10).
Parece tan sencillo, y lo es,
hasta el punto de que corremos el peligro de no valorar lo pequeño y así perder
ocasiones muy concretas de avanzar hacia el amor.
Por eso, resulta importante
establecer un continuo diálogo con Dios en los momentos más ordinarios para
preguntarle: ¿cómo quieres que te ame en este momento concreto?
Esto vale para cuando estamos
preparando la comida, o cuando limpiamos una habitación, o cuando enviamos un
mensaje al familiar que vive lejos, o cuando entramos en el puesto de trabajo y
saludamos a los compañeros.
En esos momentos concretos
podemos decir “no” al egoísmo, a la pereza, a la envidia, a la avaricia; y “sí”
a la generosidad, al esfuerzo, a la grandeza de alma.
La santidad desde lo pequeño
está a la mano, porque Dios nos ayuda siempre. Además, si vivimos con el
corazón orientado hacia Él, resultará más fácil de lo que imaginamos dar esos
pasos mínimos en lo ordinario para avanzar, alegremente, por los caminos que
nos llevan a crecer en el amor.