La guerra abstracta y la
guerra concreta
P. Fernando Pascual
8-4-2022
Parece que la palabra guerra
se ha convertido, para algunos, en una especie de noción abstracta contra la
que se dirigen condenas y críticas firmes, pero, por lo mismo, también abstractas.
En realidad, no existe “la
guerra” como una entidad confusa, como un concepto que engloba indistintamente
cualquier tipo de conflicto entre grupos armados sin incluir ninguna distinción
entre agresores y agredidos, entre culpables e inocentes.
Frente al uso abstracto de la
palabra guerra, existe un modo concreto, real, de hablar de las guerras que
provocan cientos o miles de muertos y heridos, y enormes daños a millones de
inocentes que sufren sus consecuencias.
Ese modo concreto de hablar de
la guerra real se fija en los gobernantes que deciden un ataque, en los
dirigentes militares o de otros grupos armados que movilizan a los soldados, en
los componentes de cada unidad que entra en combate y dispara a otras personas
armadas o desarmadas.
Solo cuando miramos a cada
guerra en su concreción real, podemos colocarnos en la perspectiva que, al
menos en principio, puede deslindar responsabilidades reales, incluso esa
distinción, tan necesaria al enjuiciar cualquier conflicto armado, entre culpables
e inocentes.
Ciertamente, la guerra en
cuanto tal, la guerra abstracta, incluye en su misma definición un mal que debe
ser denunciado, el del uso de la violencia como instrumento para la imposición
de unos sobre otros.
Pero ante las guerras
concretas, las que merecen ser condenadas en nombre de la justicia, hay que
distinguir claramente entre los agresores culpables y los que defienden
legítimamente sus derechos.
Ello no implica suponer que
todos los combatientes de un lado son culpables y que los combatientes del otro
lado sean automáticamente inocentes. En muchas guerras se dan acciones
criminales entre soldados de los dos bandos, y esas acciones merecen ser
castigadas adecuadamente.
Cada vez que nos ponemos ante
cualquier guerra del pasado, o ante las que todavía hoy provocan miles de
muertos, hemos de ir a fondo para deslindar responsabilidades e indicar
claramente que existen agresores injustos, al mismo tiempo que otros usan las
armas para defender la justicia y la vida de los inocentes.
Solo entonces dejaremos a un
lado condenas vagas contra la “guerra abstracta” para analizar y emitir juicios
no fáciles pero necesarios ante cada “guerra concreta” que se produzca en
cualquier lugar de nuestra tierra hambrienta de paz y de justicia.