El misterio de la felicidad

P. Fernando Pascual

25-3-2022

 

Como ha sido explicado en diversos momentos del pasado, y también en nuestro tiempo, la felicidad en parte depende de uno mismo y en parte depende de circunstancias difícilmente controlables.

 

Así, uno puede tener la “suerte” de haber nacido en una familia armónica, con un buen nivel económico, en un tiempo de concordia social.

 

Otro, en cambio, nace en un hogar lleno de tensiones, en medio de pobreza, en situaciones de conflictos sociales o incluso de guerra.

 

Podríamos pensar que la primera situación permitiría alcanzar la felicidad fácilmente, mientras que la segunda situación estaría orientada hacia la tristeza y la amargura.

 

Sin embargo, cada persona tiene en sus manos diversas opciones que, una vez acogidas o rechazadas, permiten acercarse o alejarse de la felicidad.

 

Por eso, la felicidad se encuentra en una encrucijada que sorprende, a veces que asusta, porque algo depende de nosotros, y algo no está bajo nuestro control.

 

Las decisiones buenas abren espacio a la felicidad, pero no la garantizan. Una persona honesta puede sufrir cáncer, ser traicionada por un familiar, perder su trabajo.

 

Al revés, situaciones adversas, que para muchos causarían una infelicidad continua, no cierran la puerta a modos de vivir serenos, en los que sorprendentemente brilla una felicidad pequeña pero suficiente.

 

Constatar lo misterioso que resulta llegar a ser felices puede llevarnos a la angustia o al miedo ante la vida. Pero también puede ayudarnos a tomar conciencia de que este mundo nunca será suficiente para vivir en plenitud.

 

Intuimos que debe haber algo más allá, un Dios Padre que ayuda a quienes se abren al bien, a la verdad y la justicia, y que otorga la felicidad plena a quienes lo aceptan y lo aman.

 

Solo en una vida más allá de la muerte la felicidad deja de ser un misterio y alcanza esa plenitud que deseamos. Mientras, aquí en la tierra podemos al menos abrirnos a Dios y actuar según justicia, lo cual acerca a la felicidad y alivia las penas propias y de aquellos que están a nuestro lado...