Informaciones sobre quien
comete un delito
P. Fernando Pascual
5-3-2022
Toda persona que comete un
delito, o al menos es acusada de haberlo cometido, tiene una serie de datos que
lo caracterizan.
Será hombre o mujer, joven o
de edad adulta, con o sin trabajo, del barrio cercano o llegado de otra parte
de la ciudad, con o sin estudios, con o sin religión.
Esos datos pueden explicar
algo o pueden no explicar nada. Los problemas surgen cuando se da demasiada
relevancia a unos datos al informar sobre el delincuente, o cuando por motivos
no claros se ocultan otros datos.
No resulta fácil, para los
periodistas, seleccionar las informaciones sobre esa persona que se ha manchado
las manos con un acto delictivo.
Si se trata de un político, su
condición pública permite que los datos fluyan con facilidad, aunque también
aquí existe el peligro de informar “demasiado” o “demasiado poco”.
Si se trata del propietario de
un bar, o de un vendedor ambulante, o de un médico, o de un profesor de
universidad, o de un vagabundo, las informaciones pueden sufrir “cortes” para
evitar juicios apresurados en la gente que vayan contra ciertos colectivos.
Al informar sobre cualquier
hecho delictivo, lo importante es dar a conocer aquello que sea útil para dos
fines básicos: proteger a las víctimas, y promover medidas concretas para
corregir y rehabilitar a los delincuentes.
Cualquier difusión de datos e
informaciones que esté orientada a manipular, denigrar, despreciar, a personas
o a grupos por motivos ideológicos y discriminatorios va contra la ética del
buen periodismo y contra la justicia.
Lo anterior adquiere una mayor
relevancia cuando no hay certeza sobre el culpable de un hecho, y se divulgan
datos sobre el posible delincuente que llevan a promover odio hacia categorías concretas
de miembros de la sociedad.
En el mundo ya gira demasiado
odio, desinformación, manipulaciones, y uso de hechos verdaderos para atacar a
quienes vienen de lejos, o a los que viven cerca, o a los ciudadanos que
ejercen determinadas profesiones, o a los creyentes de alguna religión
concreta, o a los que no tienen ninguna creencia religiosa.
Frente a ese odio, hay que
reflexionar bien antes de divulgar datos e informaciones sobre delincuentes
concretos, siempre en vistas de los dos fines antes mencionados. Sin olvidar el
necesario, además, un buen uso de la lógica, que nos recuerda que una persona
de un grupo no representa a todo ese grupo, aunque haya cometido un delito
sumamente grave...