Por un matrimonio en problemas
P. Fernando Pascual
5-2-2022
Aquel matrimonio había
iniciado el proceso de separación. Los hijos pequeños veían, desconsolados, la
destrucción de lo que hasta ahora había sido un hogar tranquilo y feliz.
El padre abad se puso a rezar
con una fuerza única, porque llevaba dentro de sí la pena al conocer aquel
fracaso de un amor iniciado hace años.
“Señor, sé que soy un pecador,
sé que no tengo mucha fe, sé que muchas veces he rezado y no he visto, al menos
ante mis ojos, tu respuesta.
Pero ahora te pido por ese
matrimonio que está a punto de romperse, quizá definitivamente.
No te pido un milagro como el
de Caná, ni te pido que multipliques los panes, ni que des un golpe de luz como
el que cambió la vida de san Pablo.
Solo te pido que toques el
corazón de ese padre y de esa madre para que vean las cosas de modo diferente,
para que se abran a tu misericordia, para que pidan perdón y perdonen.
Sé que parece difícil, sobre
todo cuando un camino de tensiones y choques ha llevado a estos esposos a lo
que parece un callejón sin salida.
Sé también que no puedes (es
un límite que Tú mismo has aceptado) ir contra la libertad de un corazón que no
desea mínimamente ceder en lo que considera ‘sus derechos’.
Pero los milagros existen:
miles de corazones han cambiado en el pasado y cambian en el presente, porque
tu gracia les ha iluminado y se han abierto a tu misericordia.
Por eso, Señor, Te pido que
ayudes a estos esposos. Toca nuevamente sus almas. Purifícalos de toda ambición
o deseo de venganza. Permíteles ver que todavía hay un espacio inmenso para
recomenzar y encender un amor que les una nuevamente.
Te lo pido por ellos, y por
sus hijos. Son pequeños. No tienen ninguna culpa. Aman a sus padres. Desean
verlos unidos, en paz, con cariño.
Esta es mi oración, ¡oh, Padre!
La oración de este sacerdote que no es santo, pero que aspira a vivir según tu
Amor, y que desea el bien de esta familia.
Te lo pido por tu Hijo,
Jesucristo, que vino al mundo para encender un fuego en la tierra, para
rescatar lo que estaba perdido, para curar a los enfermos, para perdonar a los
pecadores.
Te lo pido por el Espíritu
Santo, que acompaña a cada bautizado, y también a los esposos que un día dieron
su sí ante la Iglesia para iniciar esa maravillosa pero difícil vocación de
amarse en el matrimonio y abrirse a la vida.
Señor, ten piedad de estos
esposos, y de todos los esposos del mundo, para que cada día puedan crecer en
el amor, sepan perdonarse mutuamente los errores que cometan, y vivan unidos
entre sí y con los hijos que necesitan tenerlos en casa felices y enamorados.
Amén”.