Una conjura contra la vida
P. Fernando Pascual
30-1-2022
Al constatar el alto número de
abortos que se comenten cada año, la fuerte presión por legalizar la eutanasia,
la cantidad casi incontable de embriones eliminados por motivos eugenésicos,
viene a la mente la expresión usada por san Juan Pablo II cuando hablaba de que
estamos ante una “conjura contra la vida”.
Fue en la encíclica Evangelium vitae (1995) donde el Papa usó
esta expresión. En concreto, en dos números del primer capítulo: el número 12 y
el número 17.
El n. 12 expone algunos
aspectos de la “cultura de la muerte” que avanza en muchos lugares,
caracterizada como una “guerra de los poderosos contra los débiles”. En esa
cultura, los enfermos, los minusválidos, los ancianos, son vistos como enemigos
a eliminar, y entonces “se desencadena así una especie de «conjura contra la
vida», que afecta no solo a las personas concretas en sus relaciones
individuales, familiares o de grupo, sino que va más allá, llegando a
perjudicar y alterar, a nivel mundial, las relaciones entre los pueblos y los
Estados” (Evangelium vitae, n.12).
Por su parte, el n. 17
recuerda cómo la humanidad en nuestros días “nos ofrece un espectáculo
verdaderamente alarmante, si consideramos no solo los diversos ámbitos en los
que se producen los atentados contra la vida, sino también su singular
proporción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben de una
vasta opinión pública, de un frecuente reconocimiento legal y de la implicación
de una parte del personal sanitario”.
A continuación, la encíclica
cita un discurso que el mismo Juan Pablo II había pronunciado en Denver en la
VIII Jornada mundial de la juventud, cuando afirmó: “Con el tiempo, las
amenazas contra la vida no disminuyen. Al contrario, adquieren dimensiones
enormes. [...] El siglo XX será considerado una época de ataques masivos contra
la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de
vidas humanas inocentes” (Discurso en Denver, 14 de agosto de 1993).
El mismo n. 17 de Evangelium vitae añade esta idea: “estamos en
realidad ante una objetiva «conjura contra la vida», que ve implicadas incluso
a instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas
campañas de difusión de la anticoncepción, la esterilización y el aborto”.
El Papa subrayaba, además, el
papel de los medios de comunicación social, que “son con frecuencia cómplices
de esta conjura, creando en la opinión pública una cultura que presenta el
recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia
como un signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como
enemigas de la libertad y del progreso las posiciones incondicionales a favor
de la vida” (Evangelium vitae n. 17).
Han pasado muchos años desde
que en 1995 Juan Pablo II señalase el grave peligro de la actual “conjura
contra la vida”. Lo que ha ocurrido desde entonces, en un proceso que sigue
presente en nuestros días, confirma ampliamente los análisis del Papa.
Frente a una situación tan
grave, la misma encíclica proponía numerosas iniciativas, sobre todo en el campo
de la cultura (nn. 78-102). “Es urgente una
movilización general de las conciencias y un esfuerzo ético común, para poner
en práctica una gran estrategia en favor de la vida” (Evangelium
vitae, n. 95).
En esa movilización todos
estamos llamados a ofrecer las propias energías para evitar que tantos millones
de seres humanos sean eliminados, sobre todo a través del aborto. Así lo
señalaba Juan Pablo II en el n. 97: “En la movilización por una nueva cultura
de la vida nadie se debe sentir excluido: todos tienen un papel importante que
desempeñar”.
Juan Pablo II también
mencionaba a los profesores y educadores, a los intelectuales católicos, y a
los que se dedican a los medios de comunicación social, “llamados a trabajar
para que la transmisión eficaz de los mensajes contribuya a la cultura de la
vida. [...] En la escrupulosa fidelidad a la verdad de los hechos, están
llamados a conjugar al mismo tiempo la libertad de información, el respeto a
cada persona y un sentido profundo de humanidad” (Evangelium
vitae, n. 98).
La voz del Papa venido de
Polonia resuena hoy con fuerza. Nos invita, frente a la terrible conjura contra
la vida que cada año provoca millones de víctimas, a promover el Evangelio de
la vida de modos concretos y eficaces para ayudar a las víctimas, y también
para convertir a los verdugos desde la verdad y el amor.