Orar desde la vida
P. Fernando Pascual
9-11-2021
Una dificultad que encontramos
en nuestro camino de oración consiste en separar lo que decimos a Dios y lo que
constituye nuestra vida concreta.
Así, buscamos un rato para
orar, pensamos en un pasaje del Evangelio, pedimos por algunos familiares y
amigos, reflexionamos con la ayuda de un texto espiritual.
Al salir de la oración,
estamos preocupados por el precio de la luz, por la dieta a seguir para bajar
el colesterol, por los arreglos en la pared junto a la ducha.
Nuestro corazón alberga
cientos de alegrías, preocupaciones, dudas, inquietudes, deseos mejores y otros
deseos que preferiríamos extirpar.
Al dedicar una parte de
nuestro tiempo a la oración, no podemos olvidar tantos asuntos que llevamos
dentro y que son, en el fondo, lo que más tememos o lo que más amamos.
Por eso, necesitamos aprender
a orar desde la vida. Entonces, el tema del precio de la luz también podemos
presentarlo a Dios, para que nos ayude a entender cuál es la manera para vivir
un asunto tan “profano” como auténticos discípulos de Jesús.
No se trata de convertir la
oración en una especie de recuento de actividades pendientes o de evocaciones
del pasado más o menos agradables.
Se trata, más bien, de
conectar lo que pensamos, lo que deseamos, lo que decidimos, con el mundo de un
Dios que es Padre y que desea acompañarnos en los mil caminos de la experiencia
humana.
Entonces nuestra oración se
convertirá, realmente, en un pan que alimenta el alma, en una luz que guía nuestros
pasos, y en un fuego ardiente que enciende ese amor que constituye el núcleo
más hermoso de toda existencia humana.