Meditar para conocer el amor

P. Fernando Pascual

3-11-2021

 

Hay muchas maneras de meditar, de establecer un diálogo fecundo, lleno de confianza, con Dios.

 

Una manera sumamente hermosa consiste en meditar para conocer, para profundizar, en el gran amor que Dios me tiene.

 

En esa manera, el alma lee la Escritura, contempla una escena del Antiguo Testamento o del Evangelio, para hacer una experiencia íntima del mensaje cristiano: Dios es Amor y me ama.

 

Ciertamente, también podremos, a través de nuestras oraciones, descubrir que tenemos que superar un defecto, reforzar una virtud, solucionar un problema en la familia, dejar a un lado actividades que dañan.

 

Pero vale mucho más cualquier experiencia de oración que me haga tocar, sentir, experimentar, íntimamente, el Amor de mi Padre.

 

La experiencia de saberme amado me dará fuerzas para corregir un defecto, para mejorar las relaciones en familia, para prepararme a una buena confesión.

 

Lo más importante en nuestra vida cristiana consiste en abrirnos a un Amor que va más allá de todas nuestras expectativas, que destruye barreras, que permite la curación más urgente del alma.

 

Al meditar así, al recibir el don de una oración que me abre a la experiencia del amor, podremos hacer nuestras las palabras de san Pablo:

 

“Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20).