Enamorarse hasta dar la vida

P. Fernando Pascual

28-10-2021

 

En nuestra vida se suceden momentos de pérdidas y de reencuentros, de confusión y de luz, de lágrimas y de gozo.

 

Sabemos que al final triunfa el amor, que la tumba no podía contener a Cristo, que la victoria da su sentido pleno al Calvario.

 

Entonces entendemos que el grano de trigo que muere da fruto, que todo se recupera, que se recibe mucho más de lo que se dio y parecía “perdido”.

 

En este horizonte encuentra su sentido el dar la vida, el dejarse “morir” como el grano de trigo (cf. Jn 12,24-26) por aquello que uno ama.

 

En la exhortación “Christus vivit” (n. 108) el Papa Francisco recordaba cómo la juventud llega a ser bella cuando se convierte en donación, incluso con sacrificios. Para ello, citaba una hermosa poesía de Francisco Ruiz Bernárdez:

 

“Si para recobrar lo recobrado

debí perder primero lo perdido,

si para conseguir lo conseguido

tuve que soportar lo soportado,

 

Si para estar ahora enamorado

fue menester haber estado herido,

tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

 

Porque después de todo he comprobado

que no se goza bien de lo gozado

sino después de haberlo padecido.

 

Porque después de todo he comprendido

que lo que el árbol tiene de florido

vive de lo que tiene sepultado”

 

(Francisco Luis Bernárdez, “Soneto”, en Cielo de tierra, Buenos Aires 1937).

 

Todo ello supone vivir enamorados. Porque el amor explica todo lo que hacemos, y nos lleva a la apertura al sacrificio generoso, orientado plenamente al bien del amado.

 

“Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera” (Padre Pedro Arrupe, “Enamórate”, citado en “Christus vivit” n. 132).

 

Enamorarse hasta dar la vida: esa es la mejor manera de invertir nuestra mente, nuestro corazón, nuestras fuerzas, nuestra existencia.

 

Lo que se hace desde el amor y para el amor no se pierde, porque queda guardado en el corazón de Dios, y embellece la vida de tantos hermanos nuestros necesitados de cariño verdadero.