Hoja de ruta hacia Dios
P. Fernando Pascual
26-9-2021
Para llegar a destino
necesitamos la ayuda de un mapa, de un navegador, de una buena hoja de ruta.
Será mejor si señala cómo está el camino “en tiempo real”: atascos en
carretera, o caída de árboles en un sendero de montaña, o peligro de lluvia.
Para llegar a la meta eterna,
al encuentro definitivo con Dios Padre, necesitamos una hoja de ruta para
nuestras almas. Esa hoja de ruta indicará los caminos, el grado de dificultad,
la presencia de fuentes con agua potable, los peligros que se esconden en
algunos recovecos.
Esa hoja de ruta la
encontramos en la Biblia, sobre todo en el Evangelio. Los mandamientos de la
Ley de Dios y las bienaventuranzas concretizan de modo maravilloso el camino y
los medios que nos permiten ir, junto a nuestros hermanos, al cielo eterno.
Además, contamos con las
enseñanzas de la Iglesia católica, de modo concreto en lo que ha quedado
plasmado en el “Catecismo de la Iglesia Católica” publicado en 1992.
En ese Catecismo sirven como
ayuda especial para el camino las partes tercera (“La
vida en Cristo”) y cuarta (“La oración cristiana”), sin olvidar lo que tenemos
que creer (parte primera) y la vida litúrgica y sacramental (parte segunda).
A lo largo de su larga
historia, diversos autores espirituales han ofrecido consejos muy valiosos para
la hoja de ruta, y siempre ayuda leer sus textos y adaptarlos según lo que nos
vaya diciendo el Espíritu Santo, con la cercanía de un buen director
espiritual.
La lista de esos textos
espirituales podría ser muy larga. Como indicación, aquí recogemos algunos
títulos: “Audi, filia” (san Juan de Ávila); “Imitación de Cristo” (Tomás de
Kempis), “Escalera al paraíso” (san Juan Clímaco), “Camino de perfección” y “Moradas”
(santa Teresa de Jesús), “Diálogo” (santa Catalina de Siena), “La amistad de
Cristo” (Robert Benson).
Lo que cada peregrino, en su
camino interior, necesita, es encontrar aquellos textos con los que más
sintoniza y que mejor ayuden a descubrir cuál sea la hoja de ruta que Dios
tiene pensada para él, y así marchar con una gran esperanza y un buen “mapa
espiritual”.
Este día es una nueva etapa en
ese largo sendero que me acerca, poco a poco, a Dios. Tomaré en mis manos la
hoja de ruta para entender por dónde me quiere llevar Dios. Buscaré abrirme a
sus luces e inspiraciones, y seguiré la marcha, unido a mis hermanos, hasta
llegar al encuentro eterno con Él en el cielo.