Justicia y felicidad
P. Fernando Pascual
18-9-2021
Amamos la justicia. Defendemos
la igualdad como una conquista para una vida mejor. Buscamos cómo impedir la
injusticia y reparar los daños de quienes la han sufrido.
Pero de vez en cuando surge
una pregunta: ¿vale la pena vivir justamente? ¿Es feliz el hombre justo?
Incluso en ocasiones sentimos rabia al constatar cómo hay hombres injustos que
aparentan una felicidad envidiable.
Hace 2400 años, en la “República”
de Platón, Sócrates dialoga con un grupo de amigos que desean saber qué gana
quien vive con justicia, y qué tipo de felicidad lograrían los que lleguen a
ser justos.
Nos gustaría constatar que en
la tierra fuese posible que los justos, honestos, buenos, lograsen una vida
feliz junto a sus seres queridos. Sin embargo, tantas veces nos duele ver cómo
a muchos justos les va, realmente, muy mal.
Si todo terminase en la vida
presente, tendríamos que constatar, con pena, que muchos justos han terminado
en el fracaso, incluso han perdido parte de sus bienes, por culpa de pocos
injustos que provocan daños incontables.
Algo nos dice que no todo
puede terminar en el presente, que tiene que haber algún modo de resarcir a
quien en el mundo terreno ha sufrido males de importancia a pesar de su
esfuerzo por vivir con una honestidad admirable.
Por eso tenemos que mirar
hacia el futuro y reconocer que solo en una vida tras la muerte, y con un Dios
bueno y justo, será posible lograr una conexión completa entre justicia y
felicidad.
No todos llegan a aceptar ese
horizonte futuro, y por eso experimentan cierta angustia ante un mundo que
parece “premiar” a los malos y que tolera el sufrimiento de los buenos.
Esa angustia, sin embargo,
puede ser curada cuando aceptamos que la existencia de otra vida tiene que completar
la belleza de la justicia y permitir que los hombres honestos gocen de una
dicha que dura para siempre.