Discusiones sobre las vacunas
P. Fernando Pascual
18-9-2021
Ayuda mucho, en las
discusiones sobre las vacunas, tener claro qué defienden unos y otros, y no
hacer decir al “bando contrario” lo que no dice.
Ayuda, además, identificar los
criterios que usan unos y otros a la hora de tomar una posición a favor o en contra
de las vacunas.
En concreto, quienes defienden
la licitud, a veces también la obligatoriedad, de las vacunas contra el
Covid-19, buscan evitar nuevos contagios y garantizar una situación sanitaria
eficiente para atender a los enfermos y para evitar el colapso de los
hospitales.
Por su parte, los que
defienden la no licitud, o al menos la no obligatoriedad, de las vacunas,
consideran que existen otras alternativas mejores, y que las vacunas (todas o
algunas) no son seguras, o están manchadas por experimentos contrarios a la
ética y por intereses farmacéuticos oscuros.
Lo que no resulta para nada
correcto es que los defensores de las vacunas acusen a los críticos de las
vacunas de ser partidarios de la difusión de la epidemia y de mostrar poco
interés por los enfermos.
Tampoco resulta correcto que
los críticos (enemigos) de las vacunas acusen a quienes las defienden de ser
esclavos de los intereses de las empresas farmacéuticas, o de promover una
tiranía sanitaria mundial.
En toda discusión bien llevada,
hay que evitar cualquier acusación falsa a quienes defienden una tesis distinta
de la propia, para permitir que el diálogo gire en torno a lo que realmente
defienden unos y otros.
En concreto, en el tema de las
vacunas, ayudaría mucho centrarse en una serie de aspectos generales, y en
otros más concretos. Ello permitiría descubrir, con sorpresa de unos y otros,
que hay puntos importantes de acuerdo, sin negar la existencia de puntos de
desacuerdo.
Seguramente, partidarios y
críticos de las vacunas coinciden en la importancia de defender la salud, de
atender del mejor modo posible a los enfermos, de evitar nuevos contagios, y de
adoptar medidas que no sean contraproducentes.
Pero existen puntos de
desacuerdo, sobre los que vale la pena seguir en discusión. Esos puntos se
refieren a la seguridad que puedan tener las diferentes vacunas que existen, a
los posibles efectos secundarios que produzcan, a su eficacia real, a la
existencia de medicinas útiles para curar a los enfermos.
También hay que prestar atención
a cuestiones como las de los intereses de las empresas farmacéuticas, el
respeto a la libertad de información y de debate, el justo equilibrio entre
derechos individuales y medidas orientadas a prevenir nuevos contagios.
Cuando las discusiones sobre
las vacunas giren en torno a esos puntos fundamentales, en una actitud de
respeto hacia quienes piensan de otra manera, y sin acusaciones falsas sobre lo
que defiendan unos y otros, será posible promover un debate provechoso en torno
a este asunto de tanta importancia para el género humano.