Cadena de decisiones
P. Fernando Pascual
11-9-2021
Hay decisiones que abren
espacio a nuevas decisiones, hasta formar una especie de cadena.
Decidí ir al médico. Me ordenó
una dieta. Mejoró mi salud. Empecé a hacer más deporte. Me siento mejor. Los demás
lo notan y están contentos.
Interrumpí la dieta. Empeoró
la situación. Dejé de hacer deporte. Empiezo a estar de mal humor. Los demás lo
sufren.
En la cadena de decisiones se
entrecruzan deseos y conocimientos, impulsos y opiniones, presiones externas y
consejos acogidos.
Una vez que se toma una
decisión, se abre en el horizonte una serie de nuevas opciones, que se
convertirán en parte de mi vida según lo que decida en cada momento.
Lo que ocurre en la vida
personal también sucede en la vida social. La decisión de subir el impuesto
sobre la gasolina generó descontento general, disminución del intercambio de
mercancías, descenso en las compras, y cierre de numerosas empresas familiares.
Si reconocemos cómo cada
decisión inicia una cadena de eventos y condiciona las decisiones futuras,
buscaremos reflexionar mejor antes de escoger, pues del error o del acierto de
ahora depende en buena parte lo que será el mañana.
Hay decisiones que atan, que
cierran, que provocan consecuencias irreparables, hasta el punto de limitar
seriamente el futuro. Aquel viaje a una zona malárica provocó un contagio que
marcará lo que hagamos en los próximos años.
Gracias a Dios, en ocasiones
podemos rectificar, curar, cambiar de ruta. Entonces será posible cerrar una
herida, restablecer una amistad, mejorar las relaciones laborales, y suprimir
un impuesto que ha creado más males que beneficios.
En el mundo espiritual,
también podremos pedir perdón tras un pecado, mirar al cielo para invocar ayuda
y consejo, romper con el egoísmo, y orientar nuestro corazón a las decisiones
más hermosas: las que nacen del amor recibido y desembocan en un continuo
ofrecimiento de amor.